viernes, 6 de marzo de 2015

Capítulo 8: Mi chica.


Paramos en una licorería a comprar el vino. Mike me explico que el tercer viernes de cada mes es el “viernes tormentoso”, Tormenta organiza una comida asada típica de su país en la terraza de su edificio. Invita a todos los que quieran ir de la oficina. Excepto a la novia de Mike, Tifany porque según Mike, en palabras de Tormenta “es una perra trepadora”.
Llegamos a una vieja cafetería 24 horas abierta. Y miro a Mike confundido. Me hace seña y me hace pasar por una puerta anexa al costado de la cafetería.
Tenemos que subir cuatro tramos de escaleras y cuando llegamos a una pequeña puerta de madera roja, los dos inspiramos el aroma a la vez.
Carne asada. Y mucho olor a comida. Es difícil de describir, Mike explico que Tormenta hace un tipo de barbacoa pero con fuego directo. Y que es más rico.
Cuando abrimos la puerta una selva se impone ante nosotros. Hay plantas, enredaderas, helechos y pequeños cactus plantados en diminutas macetitas color ladrillo.
Compruebo que en el suelo, a mi izquierda, hay una especie de estanque con salmones chinos. Uno blanco, uno salmón y uno negro.
A la derecha hay una escalerilla improvisada con diferentes materiales, dónde hay diferentes tipos de plantas colgantes que hacen que la escalerilla se vea completamente verde y blanca.
Más adelante veo lo que parece ser un huerto, y de allí vienen diferentes aromas especiados. Diviso tomates y calabazas.
En cada rincón de la terraza hay un espacio como estos. Prácticamente mágico. Excepto en el rincón derecho que está enfrente de mí. Ahí hay un pedazo de tierra sin cultivar dónde arriba de unos ladrillos se encuentra una estructura de hierro. En ella, hay carne y vegetales de todo tipo. Y debajo de esta, hay fuego, mucho.
Pero esta vez, en contra de todo sentido común el fuego en un lugar lleno de vegetación, no me llama la atención.
Agachada, hurgando en la fogata está ella. Mi chica. Habla sola en otro idioma, y ahora sé que me equivocaba. No es francés, sino español.
 No entiendo mucho de lo que dice. Pero la vista de ella en cuclillas con su pelo largo tocando su generoso trasero me hace sentir como si estuviera encima de la estructura metálica, asándome con el resto de la carne.
-         ¿con esa boca dices mami?- le espeta Mike a Tormenta, quién de pronto se queda callada y muy quieta para ser ella. Ahora sé que lo que decía era insultos.
Poco a poco comienza a enderezarse y pararse con una gracia única. No es como las bailarinas de ballet. Tampoco como alguien que lleva mucho tiempo en el gimnasio. Es una gracia… aparte.
Sin dudarlo, ella da media vuelta en sus talones con una sonrisa gigante. Tiene puestos unos vaqueros muy apretados y raidos en las rodillas y los muslos, y oh… ver esa piel descubierta sólo hace estragos en mi. Está cubierta por una gran chaqueta de punto color negra que  le queda larga en las mangas. Y tiene puesto un adorable gorro de punto rojo.
Sus mejillas están muy rojas, pero sé que es porque ha estado cerca del fuego. Su sonrisa no se borra cuando sus ojos se posan en mí. Y viene hacía nosotros y casi muero cuando dice:
-        Stevenson, ¿qué te he dicho de la puntualidad? ¡El inglés aquí eres tú! Tienes que ser más educado- luego se gira y su cara se cierra en una expresión indescifrable – y tú… - me regala una mueca divertida – Tú debes ser mi jefe. El señor ¿Collins, cierto?
-        Si…- es lo único que me sale. Bueno, desearía que fuera lo único porque lleno el silencio que ella impuso con la estupidez más grande del mundo – Trajimos el vino.
-        Apuesto a que sí… Bueno, no tienen porque pasar frío aquí, bajen todos ya están en la mesa.
-        Claro -  dice Mike
-        ¿No eres vegetariano o sí? – suelta mientras Mike me arrastra disimuladamente por su paraíso particular
-        No, no lo soy.
Mike tira de mí hasta la puerta roja y decide que debo irme por el bien de mi propio orgullo. Le agradezco.
-        Le dijiste quién era. Es la única explicación -  estamos fuera de la terraza. En el primer descanso de las escaleras. Susurrando como adolescentes en una fiesta clandestina. O al menos así me siento.
-        No, no le dije nada. Solo le dije que el jefe estaba de vuelta, y lo que tú escuchaste por teléfono.-  me asegura Mike.
-        ¿Entonces cómo lo supo?- me desespero. En realidad lo que me interesa saber es el porqué de su reacción. Fue muy… natural.
No esperare a averiguar qué paso deduciendo nada. Me vuelvo por las escaleras hacia la terraza. Mike me toma del brazo, me da una mirada de advertencia y dice:
-        Suerte. – y larga un sonoro suspiro.




Capítulo 7: La quiero a ella, conmigo.


Pensé aunque quisiera, no podría volver a casa a dormir hasta las 8:00 para volver a la oficina de redacción.
Entonces, será retomar dónde lo deje… conduje hasta la casa de Mike… solíamos ir al gimnasio antes de la oficina, asique podría ser un comienzo.
Llame cinco veces al timbre maldito. Hasta que una voz ronca y patosa contesto por el portero electrónico.
-        Debes querer morir…
-        Oye! Levanta ese culo, ¿no quieres escalar en vacaciones? Pretendes cargarme hasta la cima. Tengo que retomar el entrenamiento de antes…
-        ¿Jared? ¿eres tú? ¿Qué demonios haces tan temprano?
-        Bueno, digamos que vengo de tomar un café, ya sabes, conociendo al personal…
-        Ah?
-        Tormenta… ella… me llamo a las 5 de la madrugada pensando que la dejaría plantada por la hora. Intentaba librarse de mi creo… pero no le funciono. -  respondo sintiéndome orgulloso de mí mismo. Y a la vez muy…
-        Patético, amigo. Eres Pa- té- ti- co… pero no te juzgo.
-        ¿Vas a dejarme afuera hablando por el portero?- veo que no hay un alma en la calle y me estoy molestando por la descortesía de Mike…
Bssss… siento el zumbido de la puerta y subo. En la puerta siento un ruido de vasos quebrándose y algo caerse.

-        Ya madrugas? Bueno, sabía que era buena chica, pero no sabía que hacía milagros…
-        Ja- Ja… Vamos, mueve el culo.
Una vez que terminamos el entrenamiento de dos horas, decidimos pasar por un desayuno decente. Para cuando habíamos terminado de ponernos al fía sobre la empresa era pasado el mediodía.
-        Entonces, básicamente el periódico puede esperarte un poco más. Pero aquí sería ideal tu punto de vista. Sin embargo… deberías eh… actualizarte- me gustaba el esfuerzo que hacía Mike para no sonar rudo o como si reclamara algo.
Después de todo, en la Universidad el opto por periodismo deportivo y yo orientado en artes.
Cuando le pedi a Mike que manejara el negocio, después de la muerte de S, el sólo lo hiso. Y lo hiso bien. El era un gran amigo.
Afortunadamente sabía que tipo de persona era.  Ambos proveníamos de familias ricas y de “apellido”. Nuca pensaría en que el pudiera tener un interés económico en ayudarme.
 Sin embargo, pasaron dos semanas para que alguien de la gran familia Collins apareciera después del accidente.
Y por supuesto, mamá hiso un gran show. Fue tía Shona, la mamá de Mike, quién procedió a decirle lo hipócrita que era y cómo todos los que nos quedamos en Inglaterra desde que nos dejó con Grany para unas “vacaciones” hace once años, sabíamos la clase de persona que era.
Entonces, se fue. Tía Shona siempre fue una segunda madre, después de Grany. Y ella ahora se sentía muy mal respecto a mí. Me visitaba una o dos veces al mes. Llenaba mi congelador de comida y hacía que limpiaran mi apartamento.
La sorprendería a ella también.
A pesar de estar terminando septiembre, hice que July, la secretaría de Mike, me consiguiera una agenda. Y también hice una lista de las cosas con las que iba a mantenerme ocupado.
Tía Shona era la primera y urgente.
El resto de la lista consistía en comprar café y trazar planes de conquista.
-        Oye Jared, almuerzo. Ya! -  una cosa básica sobre Mike es que  no funciona sin comida. Y tenerlo aguardando por ella es peor que tirarse de cabeza a la jaula de los leones.
-        ¿Dónde vamos? -  sabía que es tiempo de complacer a mi amigo.
-        … una amiga me recomendó un lugar de comida oriental bastante bueno. Bueno, en realidad no he tenido oportunidad de ir, ¿te parece probar?- Es evidente que Mike espera que me dé un ataque psicótico o que haga un berrinche, tirándome al suelo y llorando. La verdad es que, si no fuese porque estoy muy enfocado en mi objetivo, probablemente estaría en el suelo. Entonces levanto las cejas y digo:
-        Vamos entonces, estoy hambriento.
Cuando llegamos al lugar y nos instalamos en una mesa, me doy cuenta que la clientela no son más que algunos adolescentes y jóvenes. También hay una mujer hippie de edad incalculable sentada mirando al vacío, sonriendo. Posiblemente en un gran viaje.
 No es que no me guste el lugar, es más, estoy a gusto aquí. Pero este no es un lugar al que Mike vendría usualmente ¿o sí? Hace mucho tiempo que no estoy con mi amigo, asique tal vez cambio de gustos.
Después de lograr encontrar una mesa, Mike me mira y pregunta:
-        ¿Y bien?
-        Me gusta pero no lo veo muy apegado a tus gustos habituales-  contesto evadiendo el tema al que sé, el se está refiriendo.
-        Ok, si eliges ese camino… ¿sabes qué amiga me recomendó este lugar?- pregunta muy pagado de sí mismo.
-        ¿Quién?- Pregunto a regañadientes luego de saber que me espera sermón.
-        Tormenta. Es decir, en realidad ella me hablo de este lugar. Le encanta toda la porquería extranjera. Tiene fascinación por todas las culturas. Por eso sabe tanto de todo lo que le preguntes.
-        Para. -  espeto cortante -  No me hables de ella. No… todavía no, ¿ok?
-        ¿qué esperas, Jared? ¿qué quieres de ella? Mira, sé que es muy atractiva y que posiblemente su manera de ser te guste y te llame la atención pero ella…
-        Me sacó de la oscuridad ¿sí?- le suelto a Mike, no sé porque, no estaba con ganas de ponerme comunicativo- Su risa. Me hiso reír, Mike. Sabes… hacían 2 años y 7 meses que no sonreía. Su cuerpo por supuesto que me gusta. Y cómo se viste. Ni hablar de cómo diablos contesta las preguntas más simples con acertijos que te dejan pensando como un estúpido si esta chica en realidad existe.
¿Qué que quiero de ella? No lo sé, Mike. Lo que si sé es que la quiero a ella, con migo. Y que seré paciente.
-        No sé qué decir amigo-  Mike me mira aturdido.
-        No digas nada entonces.
Comimos con bastante silencio. Volvimos a la redacción y toda mi atención estaba centrada en una sola cosa. Si ella trabaja aquí… ¡dónde demonios estaba metida!
Pasé la tarde revisando papeles, muchos número de la revista que no había leído y anotando cosas que podría necesitar.
Iba a necesitar una secretaría… No iba a poder molestar a July por mucho más tiempo.
Pude ojear un poco la revista. Y si, está muy bien llevada. Pero necesita un cambio de enfoque urgente.
Convocaré a una junta en una semana. Creo que me dará tiempo para encontrar algunas ideas y para…  Cómo reaccionará…
Estoy nervioso, necesito alguien que me dé una dosis de seguridad. ¿Qué va a decir cuando sepa que soy el dueño de la revista?
Tal vez Mike tenga alguna respuesta. Me dirijo a su oficina, y veo que está hablando por teléfono. Me preparo un whisky. Me siento en el sofá que hay a un lado de su escritorio y cuando corta la llamada me mira preocupado.
-        ¿qué? -  pregunta
-        No le he dicho quién soy. Ella no lo sabe. No sé qué va a hacer cuándo lo sepa. Y sí, estoy asustado por su reacción.
-        ¿Qué te hace…- el celular de mi amigo suena interrumpiendo nuestra charla, lo mira y sonríe – Oh Jared… creo que tienes suerte…- atiende el celular- Hola belleza, espera un segundo ¿sí? -  me hace señas para que me acerque. Tomo una de las sillas de su escritorio y en un post it anota algo:
TORMENTA
Entonces, es ella. Me quedo paralizado. Y hago un ademan casi imperceptible para indicarle a mi amigo que continúe. Veo que antes de continuar aprieta la opción del altavoz y deja el celular sobre el escritorio de pino.
-        Tormenta, disculpa. Te escucho, linda.- ¿qué diablos? ¿le ha dicho “linda”? Un calor líquido me inunda los huesos y quiero golpear a Mike. Mucho.
-        Oye estúpido, lindo tu culo. Dime ¿cuánto te falta?- pregunta Tormenta, parece que está un poco enojada. Pero me gusta que rechace el piropo de Mike.
-        Disculpa, cuánto me falta ¿para qué? -  pregunta con voz de perdido Mike.
-        ¿Otra vez, Stevenson? Eres un bastardo. ¿Qué puto día marca tu calendario hoy? -  estoy descubriendo el porqué del apodo. Y todo ese temperamento… me gusta, demuestra que no es una mujer que se deja amilanar por nadie.
-        Eh… 19 de septiembre… ¿qué con eso?- pregunta Mike, su voz expresa confusión pero a mí me hace una seña de “lo tengo bajo control”.
-        Miky, querido, yo sé que es difícil para ti recordar las cosas después de todos los comas alcohólicos en los que te has puesto. Pero hoy es el tercer viernes del mes. ¿Qué pasa todos los terceros viernes de cada mes?- su tono es tierno, como si le estuviera hablando a un niño pequeño, o a un cachorrito. Pero a la vez derrama sarcasmo cada palabra que dice.
-        ¡No! ¡¡¡Dios lo olvide!!! ¡¡Lo siento, hermosa!! – su fingido arrepentimiento y el “hermosa” me hacen dar ganas de pegarle un puño en su cara- Pero no sé si pueda ir, quede con mi amigo, bueno, tu sabes “el jefe” volvió y hay que tenerlo contento ¿no te parece?
-        Oh, por Dios, Stevenson eres insufrible. Tráelo contigo. No creo que su traje se vaya a humear mucho. A menos claro, de que no quiera mezclarse con el proletariado. – Dice Tormenta, despectivamente.
Mis ojos deben tener el tamaño del London Eye. Como puedo asiento con la cabeza para que Mike no vaya a decir que no.
-        Oye, tú eres una chica inteligente, ¿sabías?- dice Mike.
-        Por supuesto que sabía, Mike. Lo que no sé es cómo me he hecho tu amiga cuando a veces puedes ser tan… tú. En fin, vienes con el forrado. Traigan el vino. Tiene que ser Cabernet o Malbec. ¿Entendido?- y corto.
-        Eso, amigo mío, es lo que yo llamo un Señor Temperamento -  dice Mike negando con la cabeza.
-        Ya lo creo que si…
Estoy completamente tonto. No puedo creer que me guste este tipo de mujer. Siempre pensé que terminaría con una mujer tímida y cariñosa. En cambio, si todo sale bien… Bueno ella es todo menos tímido. No creo que sea del tipo cariñosa tampoco.
Me gusta que tome la iniciativa. Que decida y elija. Que no lo deje al parecer del otro. Y quizás es solo la orden del vino. Pero creo que ella hace todo así. Hace casi 24 horas que se sobre esta mujer.
Hace casi 24 horas que me deslumbro su físico. Hace 24 segundos me deslumbro su carácter. Si esto sigue por este camino, posiblemente este perdido mucho antes de lo que imagine.


Capítulo 6: Su labios tocaron mi piel.

 El problema de que mi corazón palpite, es que no es la única parte de mi cuerpo que lo hace. Y así arruino mi momento favorito junto a ella.
Antes de que lo note, la aparto delicadamente de mí, tomándola por los antebrazos. Bajo considerablemente mi cabeza para tener contacto visual, y veo sus ojos del color del café.
Y más debajo de esos maravillosos ojos, veo la mejor sonrisa que le he visto a esta mujer. Esa que hace palidecer al gato de Cheshire.
-        Veo que hice que te despiertes… - dice reprimiendo una carcajada. La miro, y un segundo después capto su doble sentido. Quiero que la tierra me trague ya mismo.
-        Lo siento, no te vi venir. ¿Estabas siendo perseguida? – ahora caigo en la cuenta de que venía corriendo muy rápido, como si escapara de algo.
-        Sí, hay un tipo en los callejones de Londres que se llama Jack y mata mujerzuelas, me dio miedo y corrí por si acaso.- el sarcasmo nunca termina con ella. Pero me gusta.
-        Contemos con que ese Jack no hay visto esas calzas de correr, porque vendría por ti de inmediato- le sigo el juego.
-        Ya lo creo. – dice y con una mueca exagerada de terror mira hacia atrás y alrededor -  Oye! Necesito un café porque probablemente muera en 49 segundos si no tomo uno. -  me lo dice muy seria. Casi parece estar preocupada.
-         Será un placer proveerte de tu soporte vital.

Cuando entramos al local y me dice que ella pedirá por ambos que qué me apetece, me extraña. Le digo que lo de ayer estará bien y elijo una mesa. Luego me doy cuenta que probablemente lo hiso para que no pase la vergüenza de pedir café con un bulto en mi pantalón. Chica lista.
Es un rato después de que me senté, y más aliviado me doy cuenta de que si yo estoy aquí, ella tendrá que pagar. ¡Seré estúpido! Me paro de forma instantánea y hubiese querido no ver lo que veo. Es decir, estoy viendo una de las imágenes mas sensuales de toda mi vida, pero la comparto con un adolescente babeando del otro lado del mostrador. Veo como Tormenta saca dinero de su top deportivo para pagar, y eso probablemente es lo que me “vuelve a despertar”.
Afortunadamente para mi ego, mi orgullo y mi vanidad alcanzo a pasar mi tarjeta al chico babeante y evito que ella pague.
Pero por esa  muestra de caballerosidad recibo una mirada furibunda.
-        Oye! Cuando dije lo del dinero del bolso, quería hacerte sentir incomodo, puedo pagar mi café. Y el tuyo también.- me dice molesta de más. Yo la miro, y empieza el duelo de miradas más caliente que he tenido.
-        Supuse que no eras una indigente, pero ya que, a pesar de que lo que dijiste era para hacerme sentir incomodo, también era verdad. -  se queda callada. Da media vuelta y se dirige a su asiento. Y yo me quedo mirando como camina dentro de esas calzas ajustadas.
-        Su pedido, señor- el adolescente no está mejor que yo. No puedo culparlo, pero lo miro fulminándolo para que sepa que puede mirar pero no por mucho.
-        Gracias- espeto secamente.
Camino hasta la mesa y cuando llego ella está hundida en su celular, escribiendo unas trescientas palabras por minuto.
Carraspeo para que me vea, cuando levanta la vista me regala una sonrisa. Y se ve que está animada por algo, dejo su café y me siento.
-        Entonces… cómo es que estas despierta tan temprano. No debería ser legal estar con tanta energía a esta hora.
-        De hecho, no tengo tanta energía. Tuve trabajo anoche, me dormí en el taxi de vuelta a casa unos 20 minutos y cómo esperaba una llamada temprano decidí ocupar mi tiempo.- explica.
-        ¿Ósea que no has dormido más que 20 minutos desde ayer? -  de pronto me siento enojado con ella. Cómo puede descuidarse así. Además ha hecho ejercicio, su cuerpo debe estar hecho polvo
-        Soy resistente- me dice con una sonrisa, adivinando mis pensamientos.- ¿Qué hay de ti? ¿Te saque de la cama?- pregunta con esa sonrisa brillante.
-        De hecho, pensaba dormir una hora más, porque ayer se terminaron mis vacaciones y quería llegar temprano a la oficina.- tengo que hacerla interesarse y que pregunte por mi trabajo.
-        ¿En serio? Oh! Lo siento, acabo de robarte una hora de sueño!! Soy de lo peor. Odio a la gente que hace eso, lo siento…- parece de verdad culpable de algún crimen muy grave. Se ve hasta arrepentida.
-        Oye, está bien. No duermo mucho asique, no es problema.- Esto es la pura verdad, sufro de un terrible insomnio desde hace… bueno desde S. Casualmente ayer, aunque me costó dormir, lo poco que dormí, lo hice como un bebe.
-        En serio lo siento, si te sirve de algo, pensé que no contestarías el teléfono.
-        ¿Por qué no lo haría? – ¿en serio no se ha dado cuenta de que babeo como un adolescente por ella…?
-        Porque era muy temprano…
-        ¿No vas a decirme tu nombre nunca? -  la interrumpo.
-        Por supuesto que sí! – contesta. Tenía que acordarme de preguntarle… aunque su sonrisa dice “por supuesto que no”.
-        Y ¿cuál es tu nombre? -  pregunto un poco más ansioso de lo que debería. Quiero un nombre para la pasión.
-        Mira, yo no regalo mi nombre a cualquiera. Tienes que ganarte que te lo diga…- responde misteriosa, pero luego suelta una risotada, de esas que no soportaría en otras personas…
-        Muy bien, ¿y cómo hago méritos? -  pregunto ansioso… que pida lo que guste.
-        Bueno, el café son por lo menos 10 puntos. Y ya me has comprados dos cafés. Entonces, tienes 20 puntos. Tienes un bonus de 15 puntos por la hora. Aunque debería quitarte puntos por estropear mi bolso, no lo haré. Pero solo porque soy genial. -  dice con suficiencia. Es un juego que parece muy familiar para ella.
-        ¿y cuántos puntos tengo que juntar?
-        Depende…
-        ¿De qué depende? -  pregunto intrigado.
-        De que quieras saber, y de cuánto consideres que sale esa información sobre mi.
Y ahí está. Esa sonrisa a lo Cheshire…
Me tiene. Pagaría lo que sea para saber su nombre. No tiene precio el cómo me hace sentir esta mujer, asique posiblemente podría seguir así por un buen tiempo.
-        Yo creo que si tengo que darte un café para ganar 10 puntos, y el levantarme temprano me da otros 15… Bueno, tu nombre es algo que quiero saber asique, posiblemente tenga que comprar un buen despertador.
-        ¿Tú crees?
-        De hecho, lo hago. Pero ¿quieres que te cuente la mejor parte?- la tiento, si es periodista, es curiosa. Es la regla de oro.
-        Muero por saber cuál es la mejor parte… -  me dice siguiendo mi juego.
-        Bueno, que tengo la misma cafetera de allí en mi cocina. Y los lattes son mi especialidad.
Sé que es lanzado y muy pronto. Pero con algo tengo que tentarla.
No puedo esperar mucho más. Cada vez que sonríe intento ignorar ese pequeño movimiento que hace su labio inferior.
Se mueve unos milímetros a la izquierda. Y, oh dios! Es mi perdición.  Deseo morder ese labio y hacer cosas que escandalizarían a los más libertinos… mi cabeza es un hervidero.
Además hace bastante tiempo de la última vez… ya estoy necesitando un desahogo. Pero a la vez, no me importaría esperar lo que hiciera falta. A ella no.
-        Bueno aunque moriría por ver en acción a tu maquina, no va a poder ser. -  no se me pasa por alto el doble sentido. Es decir, la chica me sintió. Sabía que estaba con los motores encendidos. No la puedo culpar.
-        ¿Y por qué eso? -  pregunto, un poco esperanzado. No dijo que no. Ni se alarmo cuando la invite implícitamente a casa.
-        Pués, porque en unas 7 horas tengo una junta, y no he dormido bien en días. Parece que un nuevo jefe va a llegar a mi trabajo. Y tengo que estar presentable.
-        Ya veo… y en qué trabajas, digo… ¿se puede saber?
-        Mmm… cuántos puntos estás dispuesto a pagar -  dice con una sonrisa ladeada y los ojos tan ceñidos que parecen casi una línea de su frente.
-        No es justo, tienes que decirme algo. O al menos como ganar más puntos. ¿no te parece?
-        Muy bien. Lo primero que debes saber es que la cafeína es el camino. Y quizás no lo notaste, pero no soy inglesa, asique puedes trabajar desde allí.
Lo sabía, su piel es blanca, pero no como la de S, ella era la típica mujer inglesa.
No vayas por ahí Jared…
-        Bueno, y tú tienes que saber que soy muy persistente.
-        Me gusta la perseverancia. Es esencial para el éxito. En fin, debo irme – Tomo su celular de la mesa dio un largo sorbo a su latte y se paro.
Antes de pensar lo que hacía la tome la muñeca de ella, y la atraje hacia mí mientras me paraba.
-        Lo siento, pero no puedo esperar a juntar tantos puntos…-  me acerque lentamente a sus labios. Eran muy rosados, más de lo normal. De su boca salía olor a café y caramelo. Estaba a sólo unos centímetros de ella. La iba a besar. Sólo me preguntaba si ella quería… porque si me rechazaba a esta altura… bueno eso no podía ser bueno. No podía descifrar que decía su mirada. Entonces, retrocedí. No sé cómo junte fuerzas para hacerlo, pero cambié de táctica -  Asique vas a tener que idear otro sistema…
No sé como salió algo coherente de mi boca, empezaba a sentirme caliente. Y se estaba complicando mantenerme centrado. Solo que centrarme en ella era muy fácil…
Ella retrocedió un poco más me miro. Mejor dicho, me evaluó. Después de un profundo escrutinio decidió hablarme.
-        El mejor fuego no es el que se enciende rápidamente.-  me dijo
-        ¿George Elliot…?
-        De hecho…Mary Anne Evans es la verdadera autora. Elliot era un seudónimo, pero eso lo sabías… - Afirma, no pregunta. Entonces sonrió, y se puso de puntas de pie, baje mi cabeza para ayudarla en lo que fuese que iba a hacer y entonces me dijo. – Adiós, bonito… - me dejo con dos besos sonoros en las mejillas y se fue, batiendo su cola de caballo chocolate con algunos tonos rojizos…
En el instante en el que sus labios tocaron mi piel la olí, la observe, la sentí… y me moría de ganas de saborearla.  Pero su frase lo dijo todo.
Su toque fue como estar volando. Su beso en mi mejilla fue más sensual que cualquier posición  que se me ocurriese.
Su contacto hiso estallar un carnaval en mi interior. Estaba en lo alto. Ahora comprendo a los adictos. Porque creo que tengo un nuevo vicio.



Jared y Ania

Jared y Ania