El problema de que mi
corazón palpite, es que no es la única parte de mi cuerpo que lo hace. Y así
arruino mi momento favorito junto a ella.
Antes de que lo note,
la aparto delicadamente de mí, tomándola por los antebrazos. Bajo
considerablemente mi cabeza para tener contacto visual, y veo sus ojos del
color del café.
Y más debajo de esos
maravillosos ojos, veo la mejor sonrisa que le he visto a esta mujer. Esa que
hace palidecer al gato de Cheshire.
-
Veo que hice que te despiertes… - dice
reprimiendo una carcajada. La miro, y un segundo después capto su doble
sentido. Quiero que la tierra me trague ya mismo.
-
Lo siento, no te vi venir. ¿Estabas
siendo perseguida? – ahora caigo en la cuenta de que venía corriendo muy
rápido, como si escapara de algo.
-
Sí, hay un tipo en los callejones de
Londres que se llama Jack y mata mujerzuelas, me dio miedo y corrí por si
acaso.- el sarcasmo nunca termina con ella. Pero me gusta.
-
Contemos con que ese Jack no hay visto
esas calzas de correr, porque vendría por ti de inmediato- le sigo el juego.
-
Ya lo creo. – dice y con una mueca
exagerada de terror mira hacia atrás y alrededor - Oye! Necesito un café porque probablemente
muera en 49 segundos si no tomo uno. -
me lo dice muy seria. Casi parece estar preocupada.
-
Será un placer proveerte de tu soporte vital.
Cuando entramos al
local y me dice que ella pedirá por ambos que qué me apetece, me extraña. Le
digo que lo de ayer estará bien y elijo una mesa. Luego me doy cuenta que
probablemente lo hiso para que no pase la vergüenza de pedir café con un bulto
en mi pantalón. Chica lista.
Es un rato después de
que me senté, y más aliviado me doy cuenta de que si yo estoy aquí, ella tendrá
que pagar. ¡Seré estúpido! Me paro de forma instantánea y hubiese querido no
ver lo que veo. Es decir, estoy viendo una de las imágenes mas sensuales de
toda mi vida, pero la comparto con un adolescente babeando del otro lado del
mostrador. Veo como Tormenta saca dinero de su top deportivo para pagar, y eso
probablemente es lo que me “vuelve a despertar”.
Afortunadamente para mi
ego, mi orgullo y mi vanidad alcanzo a pasar mi tarjeta al chico babeante y
evito que ella pague.
Pero por esa muestra de caballerosidad recibo una mirada
furibunda.
-
Oye! Cuando dije lo del dinero del
bolso, quería hacerte sentir incomodo, puedo pagar mi café. Y el tuyo también.-
me dice molesta de más. Yo la miro, y empieza el duelo de miradas más caliente
que he tenido.
-
Supuse que no eras una indigente, pero
ya que, a pesar de que lo que dijiste era para hacerme sentir incomodo, también
era verdad. - se queda callada. Da media
vuelta y se dirige a su asiento. Y yo me quedo mirando como camina dentro de
esas calzas ajustadas.
-
Su pedido, señor- el adolescente no está
mejor que yo. No puedo culparlo, pero lo miro fulminándolo para que sepa que
puede mirar pero no por mucho.
-
Gracias- espeto secamente.
Camino hasta la mesa y
cuando llego ella está hundida en su celular, escribiendo unas trescientas
palabras por minuto.
Carraspeo para que me
vea, cuando levanta la vista me regala una sonrisa. Y se ve que está animada
por algo, dejo su café y me siento.
-
Entonces… cómo es que estas despierta
tan temprano. No debería ser legal estar con tanta energía a esta hora.
-
De hecho, no tengo tanta energía. Tuve
trabajo anoche, me dormí en el taxi de vuelta a casa unos 20 minutos y cómo
esperaba una llamada temprano decidí ocupar mi tiempo.- explica.
-
¿Ósea que no has dormido más que 20
minutos desde ayer? - de pronto me
siento enojado con ella. Cómo puede descuidarse así. Además ha hecho ejercicio,
su cuerpo debe estar hecho polvo
-
Soy resistente- me dice con una sonrisa,
adivinando mis pensamientos.- ¿Qué hay de ti? ¿Te saque de la cama?- pregunta
con esa sonrisa brillante.
-
De hecho, pensaba dormir una hora más,
porque ayer se terminaron mis vacaciones y quería llegar temprano a la
oficina.- tengo que hacerla interesarse y que pregunte por mi trabajo.
-
¿En serio? Oh! Lo siento, acabo de
robarte una hora de sueño!! Soy de lo peor. Odio a la gente que hace eso, lo
siento…- parece de verdad culpable de algún crimen muy grave. Se ve hasta
arrepentida.
-
Oye, está bien. No duermo mucho asique,
no es problema.- Esto es la pura verdad, sufro de un terrible insomnio desde hace…
bueno desde S. Casualmente ayer, aunque me costó dormir, lo poco que dormí, lo
hice como un bebe.
-
En serio lo siento, si te sirve de algo,
pensé que no contestarías el teléfono.
-
¿Por qué no lo haría? – ¿en serio no se
ha dado cuenta de que babeo como un adolescente por ella…?
-
Porque era muy temprano…
-
¿No vas a decirme tu nombre nunca?
- la interrumpo.
-
Por supuesto que sí! – contesta. Tenía
que acordarme de preguntarle… aunque su sonrisa dice “por supuesto que no”.
-
Y ¿cuál es tu nombre? - pregunto un poco más ansioso de lo que
debería. Quiero un nombre para la pasión.
-
Mira, yo no regalo mi nombre a
cualquiera. Tienes que ganarte que te lo diga…- responde misteriosa, pero luego
suelta una risotada, de esas que no soportaría en otras personas…
-
Muy bien, ¿y cómo hago méritos? - pregunto ansioso… que pida lo que guste.
-
Bueno, el café son por lo menos 10
puntos. Y ya me has comprados dos cafés. Entonces, tienes 20 puntos. Tienes un
bonus de 15 puntos por la hora. Aunque debería quitarte puntos por estropear mi
bolso, no lo haré. Pero solo porque soy genial. - dice con suficiencia. Es un juego que parece
muy familiar para ella.
-
¿y cuántos puntos tengo que juntar?
-
Depende…
-
¿De qué depende? - pregunto intrigado.
-
De que quieras saber, y de cuánto
consideres que sale esa información sobre mi.
Y ahí está. Esa sonrisa
a lo Cheshire…
Me tiene. Pagaría lo
que sea para saber su nombre. No tiene precio el cómo me hace sentir esta
mujer, asique posiblemente podría seguir así por un buen tiempo.
-
Yo creo que si tengo que darte un café
para ganar 10 puntos, y el levantarme temprano me da otros 15… Bueno, tu nombre
es algo que quiero saber asique, posiblemente tenga que comprar un buen
despertador.
-
¿Tú crees?
-
De hecho, lo hago. Pero ¿quieres que te
cuente la mejor parte?- la tiento, si es periodista, es curiosa. Es la regla de
oro.
-
Muero por saber cuál es la mejor parte…
- me dice siguiendo mi juego.
-
Bueno, que tengo la misma cafetera de
allí en mi cocina. Y los lattes son mi especialidad.
Sé que es lanzado y muy
pronto. Pero con algo tengo que tentarla.
No puedo esperar mucho
más. Cada vez que sonríe intento ignorar ese pequeño movimiento que hace su
labio inferior.
Se mueve unos
milímetros a la izquierda. Y, oh dios! Es mi perdición. Deseo morder ese labio y hacer cosas que
escandalizarían a los más libertinos… mi cabeza es un hervidero.
Además hace bastante
tiempo de la última vez… ya estoy necesitando un desahogo. Pero a la vez, no me
importaría esperar lo que hiciera falta. A ella no.
-
Bueno aunque moriría por ver en acción a
tu maquina, no va a poder ser. - no se
me pasa por alto el doble sentido. Es decir, la chica me sintió. Sabía que
estaba con los motores encendidos. No la puedo culpar.
-
¿Y por qué eso? - pregunto, un poco esperanzado. No dijo que
no. Ni se alarmo cuando la invite implícitamente a casa.
-
Pués, porque en unas 7 horas tengo una
junta, y no he dormido bien en días. Parece que un nuevo jefe va a llegar a mi
trabajo. Y tengo que estar presentable.
-
Ya veo… y en qué trabajas, digo… ¿se
puede saber?
-
Mmm… cuántos puntos estás dispuesto a
pagar - dice con una sonrisa ladeada y
los ojos tan ceñidos que parecen casi una línea de su frente.
-
No es justo, tienes que decirme algo. O
al menos como ganar más puntos. ¿no te parece?
-
Muy bien. Lo primero que debes saber es
que la cafeína es el camino. Y quizás no lo notaste, pero no soy inglesa,
asique puedes trabajar desde allí.
Lo sabía, su piel es
blanca, pero no como la de S, ella era la típica mujer inglesa.
No vayas por ahí Jared…
-
Bueno, y tú tienes que saber que soy muy
persistente.
-
Me gusta la perseverancia. Es esencial
para el éxito. En fin, debo irme – Tomo su celular de la mesa dio un largo
sorbo a su latte y se paro.
Antes
de pensar lo que hacía la tome la muñeca de ella, y la atraje hacia mí mientras
me paraba.
-
Lo siento, pero no puedo esperar a
juntar tantos puntos…- me acerque
lentamente a sus labios. Eran muy rosados, más de lo normal. De su boca salía
olor a café y caramelo. Estaba a sólo unos centímetros de ella. La iba a besar.
Sólo me preguntaba si ella quería… porque si me rechazaba a esta altura… bueno
eso no podía ser bueno. No podía descifrar que decía su mirada. Entonces,
retrocedí. No sé cómo junte fuerzas para hacerlo, pero cambié de táctica - Asique vas a tener que idear otro sistema…
No
sé como salió algo coherente de mi boca, empezaba a sentirme caliente. Y se
estaba complicando mantenerme centrado. Solo que centrarme en ella era muy
fácil…
Ella
retrocedió un poco más me miro. Mejor dicho, me evaluó. Después de un profundo
escrutinio decidió hablarme.
-
El mejor fuego no es el
que se enciende rápidamente.-
me dijo
-
¿George Elliot…?
-
De hecho…Mary Anne Evans es la verdadera
autora. Elliot era un seudónimo, pero eso lo sabías… - Afirma, no pregunta.
Entonces sonrió, y se puso de puntas de pie, baje mi cabeza para ayudarla en lo
que fuese que iba a hacer y entonces me dijo. – Adiós, bonito… - me dejo con
dos besos sonoros en las mejillas y se fue, batiendo su cola de caballo
chocolate con algunos tonos rojizos…
En
el instante en el que sus labios tocaron mi piel la olí, la observe, la sentí…
y me moría de ganas de saborearla. Pero
su frase lo dijo todo.
Su
toque fue como estar volando. Su beso en mi mejilla fue más sensual que
cualquier posición que se me ocurriese.
Su
contacto hiso estallar un carnaval en mi interior. Estaba en lo alto. Ahora
comprendo a los adictos. Porque creo que tengo un nuevo vicio.