Cuando terminamos la vuelta de Ania estoy exhausto.
No es larga, pero ella va rápido. Y yo ya corrí por una hora antes. Pero ella
no tiene que saberlo.
-
Oye, está noche…- me dice con una voz un
poco más baja de lo habitual - no me lleves a ningún lugar muy formal por
favor. Odio la ropa que te obligan a usar en los sitios para ricos.
Me quedo parado y sorprendido. La miro y no la
comprendo. Y a la vez la entiendo por completo. Su simpleza la hace
extravagante. Pero qué clase de mujer te pide que no la lleves a un buen lugar.
Todas las chicas con las que he salido
antes, aprovechaban el hecho de que estoy forrado para ir a lugares
extravagantes y caros.
Entonces una idea acude a mi cabeza. La mejor en
mucho tiempo. ¿Dónde jamás llevaría a esas tipas creídas?
-
Usa vaqueros y una camiseta vieja. Eso
estará bien.
-
Al fin alguien de mi planeta… - murmura
para sí misma.
La paso a buscar a las nueve en punto y me hace
subir por medio del portero eléctrico.
Cuando llego a su puerta está abierta.
-
¿hola?
-
Adelante, pasa por favor, ya estoy
contigo – siento el ruido de un secador de cabello y decido entretenerme con
algo.
Paseo por su biblioteca cuando veo una foto de Ania,
está de espaldas a la cámara junto con un chico. Hay un paisaje de montañas
enfrente de ellos. En la fotografía están abrazados y Ania tiene el cabello más
corto.
Continúo mirando la biblioteca y encuentro otra
foto, esta vez el chico se ve de frente.
Son muy jóvenes, ambos no pueden tener más de 20
años. Están sonriendo y señalando sus camisetas que dicen “667, el vecino de la
bestia”.
Se puede ver que tuvieron una gran relación, pues
las miradas que se dedican lo dicen todo. De repente me siento muy celoso. Y
además enojado. Si este es el tipo que la hizo sufrir… ¿Por qué tener una foto
con él?
Mi cerebro no entiende las posibles conexiones. Y
antes de que pueda seguir pensando Ania me saca de mis cavilaciones
-
Lo siento, mi llamada se atraso. ¿Cómo estás?
– pregunta. Es todo sonrisas, tal vez no lo sabe pero podría conquistar el
mundo con su sonrisa.
-
Muy bien, ¿estás lista?
-
Por supuesto que sí – se señala a sí
misma para que evalué su ropa. Efectivamente está lista. Usa unos vaqueros
ajustados, unas convers negras y una remera con el logo de Superman.- ¿aprobé?
-
Mmm… ya lo veremos.
Llevarla a Regent´s Park a ver un partido de fútbol
con todo lo necesario para un buen picnic a la luz de la noche, fue
posiblemente la mejor idea que pude tener.
Lo sé porque Ania me lo dio a entender. Dijo algo
así como “vaya, alguien entendió el mensaje” y me dio un toque con su codo en
mi costado. Ese toque me dejo tonto por unos segundos y luego continué con el
plan.
Puse una alfombra persa de Granny que encontre entre sus cosas en el depósito, y algunos candelabros antiguos de la vieja casona, y les puse unas velas que compre de camino. Use la vieja canasta de picnic que solíamos compartir con Stacy cuando eramos niños y les pague a unos hippies para que colgaran chucherías de papel que combinaran con la iluminación del lugar. Lo acompañe con unas copas de coca cola y sandwiches, sin olvidar el verdadero espiritu del picnic.
Ya hemos terminado los sándwiches y las coca-colas.
Estamos comiendo unas uvas verdes y observando el segundo tiempo de un partido
con jugadores bastante malos cuando Ania
suelta.
-
Está bien. Te escucho, pero te ruego que
seas honesto. – me lo dice y no puedo dejar de verla a sus ojos cafés.
Posiblemente eso, le da valor a mi promesa.
-
Prometo que voy a ser 100% honesto.
Pensaba empezar por decirle que me trajo de vuelta a
la vida. Pero me doy cuenta que debería decirle que me alejo de ella. Doy un
suspiro y me dispongo a contar la historia que algunos saben pero nadie ha
escuchado de mi boca antes.
-
Hace dos años y siete meses, mi
hermanita pequeña, Stacy fue atropellada por un auto cuando iba a mi casa de la
Universidad.- hago una pausa, la mirada de Ania me transmite dolor y
entendimiento, pero no dice nada, me deja espacio para que continúe. - Sé que no debería sentirme culpable, pero lo
hago.
Yo estuve pendiente de ella siempre, desde que
cumplimos los 12 y 18 años y mi abuela nos llevo a vivir con ella cerca del
campus dónde yo estudiaba.
Mamá nunca estuvo muy presente en ese aspecto.
Si bien mi padre murió cuando yo tenía cinco años y medio, mamá reorganizo
rápidamente su vida con el padre de S, pero el también falleció algunos años
después.
Finalmente
nos crió la abuela, y luego de su muerte, éramos sólo S y yo
Yo solía ir a buscarla los jueves, pero ese
jueves había estado ocupado. Le pregunte a S si no le importaba llegar en
metro.- la miro y sé que está escuchándome con mucha atención, asique continuo
- S me dijo que por supuesto que no
habría problema.
En
el camino la atropellaron. Estuvo cerca de siete meses en el hospital antes de
morir.
Desde
ese momento, realmente no le vi mucho sentido al hecho de continuar.
Puedo ver una lágrima deslizarse por la mejilla de
Ania, pero la frota enérgicamente y asiente para que continúe.
-
No he hecho nada de mi vida porque no
tenía voluntad, ánimos o ganas… Pero hace un par de días te vi. Y fue como un
puto electroshock.
Ania,
pensarás que soy un loco, pero me hiciste sonreír. Solo tú lo has logrado en
años. Y sólo logro olvidar la culpa y el dolor por la muerte de S cuando pienso
en ti. Lo que se ha vuelto algo muy
normal en mí. Lo hago todo el tiempo.
Y
si el hecho de que sea tu jefe te
detiene para tener algo conmigo. Bueno, no estoy dispuesto a dejar que eso sea
un impedimento.
Me mira con los ojos muy abiertos, pero agrego:
-
Deberías saber dos cosas sobre mí. La
primera es que nunca he tenido una relación con nadie porque considero las
relaciones como algo muy especial. Quiero algo real, y lo quiero contigo. Y la
segunda cosa es que sólo te digo esto
porque estoy 99% seguro de que sientes
algo por mí.
Espero a que Ania diga algo. Pero no reacciona, solo
me mira. Transcurridos unos minutos le digo
-
Por favor, di algo. Lo que sea, linda.
Su rostro me anticipa una gran nada. Espero y ella decide hablar.
-
No me gusta que me llamen “linda”.
Esta haciendo tiempo
para procesar una respuesta. Pero no doy
oportunidad a que me evada, por lo que permanezco en silencio.
Toma aire y levanta la
cabeza, su mirada se ve derrotada. Sus hombros están caídos, y sus ojos cafés
se ven tristes. Me siento horrible por hacerla sentirse mal, pero no sé
qué puedo hacer que sea mejor que ser
honesto.
-
Sé… - frunce el ceño. Es como si le
costara mucho hablar - sé de qué va
perder a alguien, el dolor, la angustia y el pesar. No sé porqué te sientes
culpable, lo de tu hermana fue un accidente que podría haber ocurrido en
cualquier otra circunstancia. Pero no puedo… no puedo dejarte poner el peso que
quieres poner sobre mis hombros.
Entenderás
que me alegro de que tu culpa se vaya, pero no puedes reemplazarla
obsesionándote con otra cosa, o conmigo, en este caso.
La
vida es tan hermosa, a veces es inmunda, apesta y la odiamos, como en este
tiempo que has pasado quieto. Pero piensa por favor, en todas las cosas que
puedes hacer y que tu hermana no tendrá oportunidad de hacer.
Piensa
que quizás ella quería viajar, tú no te has movido de tu casa en dos años,
mientras que podrías realizar el sueño de alguien incapaz de estar aquí.
Quizás
si siento atracción por ti, y coincido plenamente en el hecho de que… las
relaciones son de las cosas más hermosas que te mantienen vivo en los peores
momentos. Pero créeme, no puedo darte lo que queres, no enteramente.
Sólo puedo mirarla. No sé qué decir, tiene una
visión completamente… optimista con respecto a mi vida en stand by. Pero lo que
dijo al final no me gusta.
Ella ha estado en una relación, quizás de alguna
manera, todavía lo está. ¿A eso se refiere por darme lo que quiero por
completo?
-
No entiendes, tengo muy claro que a mi
hermana no la recuperaré, pero no he desarrollado una obsesión mal sana hacia
ti. Ania, lo que yo tengo no es nada psicológico – me rió amargamente.
-
Jared, me dices que olvidaste el motivo
de tus miserias y lo reemplazaste con pensamientos sobre mí. ¿Qué eso si no es
una obsesión?
Lo dijo tiernamente,
con un tono empleado para niños, estoy seguro. Lo dijo… para que razone. Quizás
me cree un estúpido acosador.
Estiro mi mano, con mi
dedo índice le toco la mejilla. No puedo evitar hacer una mueca de
placer/dolor. El placer de estar en contacto con su piel llega a ser
intimidante. Y el dolor de saberme nuevamente vulnerable, bueno… hacía
demasiado que no sentía esto.
-
Ania, hermosa. Cuando te veo, no veo una
hermosa cara o un cuerpo de sueños, aunque están ahí, lo que yo veo… es la
tristeza disimulada en tus ojos.
Veo que te alejas del contacto físico con desconocidos.
Pero también veo toda la bondad contenida pidiendo salir. Pequeños actos
disfrazados de educación, pero están ahí.
También
he visto tu sencillez, desapego… por más que me digas que quieres tu bolso… te
importa un demonio el status del que tanto te gusta hablar. No eres presumida,
y eres natural. No te escandalizaste cuando te traje al parque en vez de a un
restaurant pijo.
Y
por favor, no te enojes. Pero esta noche, he visto que tampoco estás completa.
Aunque quizás no quieras hablar de ello, sé que… de algún modo alguien- hago una pausa cuando ella se remueve después
de haber permanecido estática mientras le hablaba – o algo – agrego, para no
molestarla más – te ha dejado… incompleta. Pero… a mi sinceramente, me pareces
el ser más perfecto.
Me mira, se lleva la mano a la boca, y sus ojos se
ven abnegados en lágrimas. Cierra los ojos, baja su mano y a tientas, toma la
mía. Esta temblando, y consecuentemente empiezo a temblar yo, pero lo disimulo
en cuanto puedo, esta quebrándose, y alguien tiene que ser el fuerte. Recién
ella lo hiso, es mi turno.
Veo que niega con la cabeza, y abre los ojos. Son
cafés y tienen un raro tono, no es verde, ni azul, no es claro… es Ania.
-
Escalofriantemente, no te equivocas. Una
situación me dejo… triste. Y no puedes esperar una recuperación mágica, o que
sólo lo olvide. La situación que me trajo a Londres, fue la más dolorosa, y a
la vez la más hermosa que he podido vivir. No me arrepiento en lo absoluto.
Pero por ese mismo motivo, no te puedo dar todo lo que una gran persona, como
sospecho que eres, merece.- dice con una media sonrisa muy, muy triste en su
rostro. – Lo siento.
-
No entiendes, no quiero nada que no me
puedas dar. Quiero tu compañía, tu charla y tu ingenio. Dios!! Tus
observaciones, Ania…¿¡ cómo haces!?
Tiene una sonrisa triste en la cara.
-
Creo que es hora de que me lleves a
casa, Jared.
-
Por supuesto.
Estamos a unos 2 kilometros de su casa. En la radio del auto empieza a sonar Can't Pretend de Tom Odell, y pienso que resulta muy apropiado para el momentoCan't pretend por Tom Odell, traducción al español. La escucho
tomar aire de forma equilibrada desde que dejamos el Parque. Pero ahora, siento
que un gran sollozo sale de su pecho. La miro, y veo que su cabeza está hacía
abajo, y sus hombros se agitan. Ella no dice nada.
Aparco el coche donde primero puedo, y despacio me
giro hacia ella y le toco el hombro, ella se gira, y de a poco levanta su
cabeza para mirarme.
-
Es sólo que… todavía lo amo, no sé si lo
dejaré de amar algún día. Y no quiero lastimarte porque no te lo mereces. Pero si sirve de algo siento exactamente lo
mismo*- lo último lo dice en su lengua, y ese sonido saliendo de su boca,
es como un rayo de esperanza.
-
Tranquila, ya veremos que sucede- la
abrazo – quizás eres olorosa y al final no puedo contigo… - bromeo, y cuando la
siento temblar me maldigo a mi mismo- Lo siento…
Pero empieza a reírse.
Ese sonido que me llamo de vuelta a la vida no hace más que tres días, comienza
a salir de su boca mientras se mezcla con un sollozo.
Ania me mira, y lo que
veo en sus ojos esta vez, no es tristeza, tampoco culpa como suelo ver en los
míos. Veo agradecimiento. Y realmente me siento sublime. Hacerla sonreír debe
de ser mi misión en la tierra, por lo completo que me siento cada vez que
sucede.
-
Gracias. Aunque no lo creas, hacía mucho
tiempo que no sonreía tampoco. Contigo, me sale muy naturalmente… Y, para que conste… soy bastante limpia.