sábado, 14 de marzo de 2015

Capítulo 20: Declaraciones.


Nos dimos nuestro primer beso. Fue totalmente tierno e inocente, como Ania.
De pronto mis manos, que antes la abrazaban, subieron hasta sus mejillas y la mire muy fijamente por eternos segundos. Ella puso sus manos sobre las mías y luego bajo por mis brazos, para llegar a mis hombros y tomarme de las mejillas también.
Su posición en puntas de pie fue tan tierna que pensé en hacer todo muy lento y cuidadoso por si se podía romper.
Nos miramos tanto que descubrimos los secretos más profundos en el alma del otro, lo que vi me incentivo a seguir.
Sus ojos no me decían nada más que el miedo que le daba entregarse a una persona nuevamente. Y quién mejor que yo para entenderla!
El toque fue simple, casto y tan tan significativo, que probablemente es uno de los momentos más lindos e importantes de mi vida.
Cuando termino no abrí mis ojos, deje mi frente apoyada en la de Ania, y ella sólo me sostuvo más fuerte, como asegurándose de que no me iba a marchar a ningún lado.
Permanecimos en esa posición por unos cuantos minutos, y cuando decidí abrir mis ojos, ella continuaba con los suyos cerrados. Sus labios estaban entreabiertos y un mechón de su pelo se movía regularmente acompañando sus respiraciones cerca de su boca.
Fue la imagen más sensual y onírica que jamás había visto. Digna de fotografiar, pero no. Este momento solo sería mío, y de nadie más, sólo para mí.
Ya no tengo dudas, convertiré a esta mujer en mía, la conquistaré y sanaré cualquier dolor que pueda quedarle en su alma. Sólo dejaré que le pasen cosas buenas.  La protegeré de todo, de cualquier cosa que la dañe y le daré lo que quiera.
Sólo puedo hacerles esta promesa a mi hermana y a mi abuela, en forma silenciosa y a modo de plegaria, ellas saben que se irá la vida cuidando de esta mujer. Y saben que seré feliz si sucede así.
-        Gracias…- escucho la voz de Ania agitada y muy suave y silenciosa – Gracias. -  me abraza de pronto muy fuerte.
Parece que Ania necesita sentir que no me voy a ningún lado, y así se lo hago notar, la aprieto contra mi muy fuerte.
-        Hermosa, no tienes que agradecerme, por favor, dime que tienes, se que todo ha sido muy abrumador…pero
-        Tu- me interrumpe- tu, estas … Me haces actuar – suspira y afloja su agarre para mirarme a los ojos -  He hecho cosas contigo de las cuales me había olvidado de cómo hacer, y los más difícil, es… es que siento cosas contigo que me creí incapaz de hacer. ¿Entiendes? Eres… Oh, Jared…
-        Ania, yo… - decido lanzarme -  Ania estoy completamente enamorado de ti, y estaré aquí esperando a que creas que puedas con esto que sientes. Pero mientras tanto, quiero poder ayudarte a lidiar con lo que te moleste, con lo que no te guste. Me has hecho sentir más vivo en estos días de lo que he estado en toda mi vida, te lo debo.
-        Creo que yo también estoy enamorada de ti, Jared.
En vez de desnudarnos y partir directo al cuarto, nos abrazamos, y yo compartí otro beso simple con Ania.
-        Sabes, creo que no soy para ti…- me dice Ania en un tono burlón.
-        Ah, claro, porque apestas… -  continuo su chiste
-        Sí, porque apesto y porque todos tus libros son de historia.
-        Prometo comprar algunas novelas. – digo con una sonrisa en mi cara.
-        Hazlo.- Y me abraza. Podría vivir una vida entera entre sus brazos.


Capítulo 19: Beso


Comemos y yo me rindo en intentar explicarle a Ania como utilizar los palillos.
Nos reímos de su torpeza y tomamos unos cafés hechos por mí, en la máquina más envidiada de Londres.
-        En serio, Jared. Cuida esa cosa, vendré en la noche y la secuestraré- dice Ania, con un humor renovado.
-        Puedes secuestrar más cosas de la casa si quieres – le digo levantando la ceja con una sonrisa ladeada.
Viejos modos emergen a la superficie. Solía ser un hombre bastante seguro de mi mismo, y no es que no esté seguro de mi mismo ahora, pero hasta hace una semana, había perdido todo interés en demostrarlo al mundo.
Ania sonríe sensualmente, y esa mezcla de sensualidad e inocencia hace estragos en mi. Y en mis pantalones.
Disimuladamente, me dirijo al baño, para no ser tan evidente.
Cuando vuelvo, veo a Ania mirando el portarretratos que tengo del viaje que hice con S a Marruecos cuando cumplimos 20 y 15 años. Grany nos dejó viajar solos por primera vez.
-        Hola…
-        Jared…- la voz de Ania está entrecortada, ahogada
-        ¿Te sientes bien, hermosa?
-        Jared…- empieza a hiperventilar, y me estoy preocupando mucho.
-        ¿Qué pasa, Ania? Dime. Por favor, ¿Qué te sucede, preciosa? Háblame. -  la obligo a sentarse en su taburete y la hago mirarme.
-        Esta chica… es… - tiene el porta retratos en su mano y lo mira como si en eso se le fuera la vida.
-        Es Stacy, ¿Qué te sucede, Ania?
-        Yo… yo…
-        Ania, por favor, me preocupas.
-        Jared, yo estuve en su accidente. Cuando llegaba a la ciudad… presencie un atropellamiento, una chica, muy hermosa… ella…- se le corta la voz, y yo ya no siento mis piernas -  la auxilie, la ayude mientras sufría una crisis y esperábamos el auxilio.
-        Ania… tranquila.
-         Ella… ella, era…Oh Dios…
Ania está llorando. Fuerte. Su llanto despierta a todo mí ser para responder y reaccionar. La tomo entre mis brazos y la abrazo.
 Ella está realmente desbordada. Yo no me siento mucho mejor, pero la sostengo. Y la guío al sofá para que este más cómoda.
Pasados unos minutos, su llanto cesa. Y me mira. Me mira con una profundidad que nunca había visto en los ojos de una persona, con una sabiduría propia de niños y ancianos, con una sinceridad propia de Ania.
-        Lo siento, no pude evitarlo, vi todo pero no pude llegar a ella. -  la miro, y comprendo que intento ayudarla -  la busqué, la busqué en todas las clínicas y hospitales, pero ninguno sabía decirme nada, yo era nueva aquí, no conocía a nadie, y ni siquiera sabía su nombre…
-        Shhh.. -  la calmo. Saber que una de las últimas caras que vio S fue la de Ania, me reconforta… a pesar de estar conmovido por esta información.
-        Lo siento. Me iré.- ella intenta pararse. Yo la retengo.
-        Ania, por favor… espera.
Ella vuelve a sentarse en el sofá, y me mira con sus ojos cafés, que ahora se ven más claros por su llanto. Su tez está pálida, y su hombros todavía tiemblan.
-        Si hay algo dentro de la tragedia que le sucedió a S, que puedo rescatar, es que tú la ayudaste. Ella llego en coma a urgencias, por lo que tu rostro debe haber sido una de las últimas cosas que vio. Ella nunca más despertó. Y fuimos a Suiza para conseguir un mejor tratamiento, pero no hubo solución. Por eso no pudiste encontrarnos… Pero dime algo…
-        Si? -  me mira con la confusión tiñendo sus rasgos.
-        ¿Por qué  quieres irte?
-        No lo sé, pienso que quizás no quieras verme nunca más… No lo sé tal vez estés enfadado o…
-        Alto – la interrumpo.- No supongas más.
-        Ella… me dijo…- su voz es extraña, ¿culpa? -  cuando estaba por quedar inconsciente, me pidió…- toma aire, y puedo sentir un quiebre en su imperturbable postura – que cuidará de su hermanito.
Un espasmo la recorre, y a mi un rayo me fulmina. No puedo creer, que en el último momento de su vida, S se preocupará por mi. Y que justamente el destino haya querido poner a Ania en nuestros caminos… Es demasiado.
-        Ania… espero no molestarte, pero ahora te quiero mucho más.- declaro.
 Y estoy tan seguro de esto como lo estoy del hecho de que esta, es la mujer de mi vida.
-        Jared, realmente no te merezco, pero creo que yo también te quiero.
En vez de prendernos fuego, como esperaba, una gran ternura inunda mi alma, Ania despierta sentimientos inéditos en mi. Necesidad de protegerla de todo, celos, empatía, amor…
La miro, y tomo sus manos en las mías. Le beso los nudillos de ambas manos, se las suelto y rodeo sus mejillas. Con una delicadeza de la que no me creía capaz  deposito un beso tierno en su frente. Luego me dirijo a su boca, y le doy un suave toque.
Y es el fin. Una tormenta se desata, y ahí veo el fuego. Quiero pasar mi vida con Ania, y quiero que sea la madre de mis hijos. Guau, hijos, nunca había pensado en tenerlos.
Me gustaría hacerle el amor a Ania y que así se lavaran nuestras penas, pero estoy seguro de que probablemente sería un error, ambos somos buenos utilitarios de la palabra. Y aunque nos cueste, voy a hacer que la usemos.


Jared y Ania

Jared y Ania