lunes, 9 de marzo de 2015

Capítulo 13: Another Love.


No he podido dormir bien en toda la maldita noche. En realidad no duermo bien nunca. Pero esta vez no es por la misma razón de siempre.
Ania está en mi cabeza. Ya tiene su propio lugar ahí, es más parece que se instaló para quedarse.
No puedo engañarme a mí mismo.  Yo le regale ese lugar la primera vez que la vi. Cuando en su mirada me vi a mi mismo.
Una vez más pase cerca de dos horas reflexionando sobre ese dejo de tristeza que hay en su mirada cuando piensa que nadie la observa.
 Hoy en la cena la mire mientras todos hablaban. Ella miraba y sonreía débilmente levantando la comisura izquierda. Pero habiendo visto sus sonrisas antes, supe que lo hacía por cortesía.
Lo bueno es que pude saber algunas cosas de ella. Lo principal, su nombre. Ania Gresco. Aunque parezca estúpido, la googleé. Encontré sus notas y publicaciones en la revista. Pero cuando fui a las imágenes me sorprendí al verla con numerosos escritores y artistas.
También con varios actores conocidos. Mi sangre hirvió cuando apareció una foto de ella, muy cercana a Theo James. Ambos reían y me sentí como una fiera a punto de atacar.
También supe que es argentina, y una gran cocinera. Según el señor Gubert tiene historias sobre su familia muy interesantes que rayan con lo inverosímil. Pero, una vez más… ella es de no creer, asique no me parece tan imposible.
Vi su casa y supe que ella ama su trabajo más de lo que dice. Y eso ya es decir mucho, si bien lo aseguro, ver todos los libros que había en su espacio, lo confirmo.
Supe de una manera poco amable que ella siempre usa la misma clase de ropa. Vaqueros y “ropa de una adolescente que acaba de terminar el secundario”  según Natasha. Por supuesto no me lo dijo a mí sino que lo comentaba con July, a lo que esta contesto algo que la puso en su lugar… algo así como “al menos no usa ropa que deja tan poco a la imaginación que después de un segundo vistazo te aburres”. Era claro que se refería a Natasha.
En ese momento tuve que disimular mi risa. Y coincidí secretamente con July. Si Ania mostrará un poco más  sus atributos, posiblemente no podría caminar en la calle. Además si Natasha usará la clase de ropa que usa Ania, sería alguien de lo más común. En cambio Ania podría ponerse una bolsa de papas y le quedaría de maravilla.
Pero lo que más me llamo la atención fue lo que dijo Diego. Ania ha sufrido.
Mike también lo dijo.  Me estoy comenzando a inquietar.
No puedo seguir pensando. Miro el reloj, son las cinco de la mañana. Decido ponerme en movimiento, busco las zapatillas de deporte y salgo a dar una vuelta para liberar tenciones.
Luego de una hora y media de correr como un bólido, paro en una acera para tomar aliento, y me doy cuenta que estoy en Trafalgar Square, cerca del Starbucks.
Una idea viene a mi cabeza, y agradezco el hecho de que Mike olvide que es mayor de edad y tenga crisis de adolescente ebrio.
Toco la puerta con una bandeja en la mano. Hay tres cafés negros, dos expressos fuertes con dos medidas de leche, el favorito de Mike y mío. Y además hay un latte con caramelo large. El favorito de Ania.
Se siente ruido de un sofá corriéndose. Y escucho las llaves caerse antes de que un muy, muy arruinado Mike abra la puerta.
-        Ya no tienes 20 años eh… - comento
-        Shhhh! ¿Porqué gritas?- sin decir más nada mira los cafés. Señalo el expresso que le corresponde y lo toma, dirigiéndose al sofá dónde durmió anoche. Tiene una pinta terrible.
No veo a Ania por ningún lado. Como estoy solo, cierro la puerta y me dirijo a la cocina para dejar los cafés.
De repente escucho música y una voz muy terrible siguiendo la letra. Tom Odell canta Another Love, y finalmente encuentro algo en lo que Ania apesta.
“ I wanna take you somewhere so you know I care 
But it's so cold and I don't know where”
 Canta como el demonio, pero el sentimiento que se escucha en su voz lo compensa. Además, cuando canta su acento se nota más, y la hace sonar muy sexy.
And I wanna kiss you, make you feel alright 
I'm just so tired to share my nights 
I wanna cry and I wanna love 
But all my tears have been used up “
La escucho caminar por el pasillo y me acomodo en el taburete de su barra de desayuno.
On another love, another love 
All my tears have been used up 
On another love, another love
Se choca con algo, dice una grosería y continúa cantando
“And if somebody hurts you, I wanna fight 
But my hands been broken, one too many times 
So I'll use my voice, I'll be so f*cking rude 
Words they always win, but I know I'll lose”
Tomo mi café. 
And I'd sing a song, that'd be just ours 
But I sang 'em all to another heart 
And I wanna cry I wanna learn to love 
But all my tears have been used up
Cuando aparece la extiendo su latte.
Ella se sorprende y su cara se tiñe por completo de un adorable rojo furioso.
Está hermosa. Tiene el pelo tomado en un moño despeinado, cada cabello va en una dirección diferente y es muy sexy. Tiene puestos unos super pantalones de chándal gris y una remera negra de tirantes. El contraste entre los pantalones grandes y lo ceñida de la remera, hace maravillas en mí. Reparo en sus pantuflas de gatito que son de lo más adorable y revelan su lado más inocente. Completa la visión de ensueño con un par de gafas grandes que no le había visto antes.
El canto ha parado. Y su boca dibuja una gran “o” muy sensual.
-        Por favor continua la canción, que yo no te incomode…- digo conteniendo la risa.
-        ¿Qué diablos haces en mi casa? – me dice una vez que reacciona.- ¿Cómo entraste?
-        El zombie de Mike abrió cuando olió café. Te traje un latte. Y le traje café al resto de los… afectados- digo sin ganas de sonar como alguien reprendiendo a un grupo de adolescentes.- Vine a recoger a Mike, pero veo que le queda un rato…- invento esa excusa de camino, y aprovecho el estado lamentable de mi amigo.
-        Si… hasta la tarde no creo que reaccione nadie por aquí…- toma el latte que le vuelvo a ofrecer- gracias, cada vez estoy más cerca de ese bolso. – sonríe y me mira por debajo de sus gafas.
Un cabello cae sobre su frente, y esa... Esa, es la imagen más sexy del mundo. Y quiero tenerla para mí todos los días.  Quiero desayunar todos los días con ella y quiero despertar a su lado. Pero debo ser cauteloso, ir de a poco.
-        Y bien, ¿qué tienes planeado para hacer hoy?- pregunto como si no tuviéramos una cena a las nueve.
Ella me mira, evaluándome. Con esa mirada que tanto me gusta.
-        Estaba despertando para salir a correr… a la tarde tengo una llamada por Skype. Ah... y este tipo, insistió para cenar… - lo dice como si hablara de un acosador aburrido.
-        Debe ser un incordio – la cito.
-        Insufrible, no te imaginas. Ya vuelvo – desaparece y la música para. Escucho algo de movimiento.
Cinco minutos después Ania aparece vestida con ropa de correr que, para ella seguramente es muy cómoda, pero en lo que a mí respecta… bueno me deja muy alimentada la imaginación.
-        ¿y bien…? – me dice.
-        Y bien…- respondo porque no sé qué quiere.
-        Vamos a correr. Estás vestido para la ocasión ¿o no?- y acompaña su argumento levantando el hombro.
Para que me engaño… nunca podría decirle que no a esta chica. Poco a poco la admiración se ha convertido en adoración.
-        Por supuesto.- de repente una sonrisa invade su cara. Y sé que si de mi depende, tendrá esa sonrisa todos los días de  su vida.
Si es feliz con la simpleza de salir a correr, estoy seguro de que correría a su lado hasta quedarme sin aliento para robarle una sonrisa.
-        Vamos entonces.

GRACIAS a todas las mujeres maravillosas que leen esto: Val Batta, Stefani, Anto (del grupo - Amamos los libros-) A mi infaltable Yani, y a una nueva lectora que acaba de saber de mis locuras, y en que uso mucho de mi tiempo Noe :)
Todas aportan y me hacen querer escribir más asique, comentarios, opiniones, sugerencias, críticas... todo se vale. 


Capítulo 12: La quiero.


Cuando volví al interior del apartamento de Ania, había mucho silencio. Bueno, excepto por la voz de Ania  que, en otro idioma, exclamaba cosas. Hay algunas palabras que reconozco del español, y Ania por lo que entiendo, recordaba a su madre.
Ella estaba de espalda a la puerta profiriendo una letanía de, lo que estoy seguro eran, insultos en español. Es por eso que no me vio cuando me acerque a ella. 
Estaba levantando los platos y cosas de la gran mesa. Se la veía nerviosa.
-¿Necesitas ayuda?- pregunte y ella se exalto mucho cuando me escucho. Me di cuenta unas milésimas de segundos después que habían lágrimas en sus ojos. 
En realidad solo había una solitaria gota de su llanto sobre la mejilla, que ella se ocupo de borrar con su mano en el instante en que se dio cuenta de que no estaba sola.
- Pensé que te habías ido- me dijo, sin responder a mi pregunta. Su voz estaba un poco ronca.
- En realidad lo hice, a la casa de Diego, me prestó algo de ropa. Natasha... Ella... ¿continuo mal del estomago?
- Hasta hacen 15 segundos, soportaba ser ella misma. Aunque no sé si podrá decir lo mismo mañana por la mañana...
-Y dónde está todo el mundo?
-Amy, Natasha y July están en mi habitación y el Señor Gubert desapareció.
-¿Dónde dormirás tú?- le pregunto
-Tengo mucho por hacer aquí-señala la mesa-  ya me acomodaré en algún lado. Recuerda que es mi casa- contesta con una sonrisa.
Le quito los trastos de las manos y me encargo de la mesa. Ella se sienta y me mira.
-Me llevaré a Mike a casa- le digo- así tienes el sofá aunque sea.
- Tengo uno extra en la habitación, no te preocupes.
Me dirijo a la puerta para irme, cuando ella me sorprende preguntando
-¿te sientes bien como para conducir a casa? - preocupada agrega - tu también tomaste....
-        No te preocupes, si estuviera mal el auto no encendería… tiene un mecanismo…
-        Si los conozco.- responde.
-        Entonces…- me limito a decir, no sé cómo empezar la oración.- ¿A qué hora quieres tu café mañana?- cambió de idea, una charla seria requiere un momento de mayor tranquilidad.
-        Mira, Jared… No sé …
-        No pienses tanto, Ania  - la corto. No quiero que dude sobre nada, pero estoy dispuesto a disipar una a una sus dudas si es necesario.- ¿Qué es lo que te molesta?
-         Ya te dije, Jared. Eres mi jefe -  parecía que iba a decir algo más. Pero decidió optar por sólo decir eso.
-        Sí, pero eso no es lo único que te molesta, ¿verdad?
Me mira con sus ojos cafés muy abiertos. Su palidez resalta más cuando se ve sorprendida. Y tiene  sus pequeños labios apenas separados.
-        Para ser sincera, no. No es lo único, pero es lo más importante.
-        Eso se puede solucionar fácilmente, Ania. ¿qué más te preocupa?
-        Y cómo lo solucionarías. ¿Piensas dejarme desempleada? Eso restaría muchos puntos, Jared. Es estúpido pensar que no se puede mezclar el trabajo en… esto.
-        Simple. Venderé la revista. Y me aseguraré de que todos los puestos de trabajo se conserven.
Ella sólo me mira. No sé qué pasa por su mente en este momento. Es todo misterio y me hace vibrar.
 Odio tener que renunciar a la revista. Me gusta tenerla. Bueno ahora que volví, no me entusiasma la idea de tener que irme nuevamente. Pero creo que el fin lo justifica. Vendería todo si fuese necesario.
-        No. – me dice y se cierra para decir algo más. Lo veo en su cara.
 Se muerde su labio que estaba cerca del color naranja tan extraño que descubrí está noche. Vuelve a ser de su color un rosa oscuro muy hermoso.
En su frente hay una pequeña línea que me indica que está pensando. O quizás este enojada.
-        ¿No a qué? -  pregunto. Me inquieta que se haya puesto así.
-        No puedes vender la revista. No porque quieras…- suspira -  al menos sabes ¿qué quieres conmigo?
Que genial pregunta. Debe ser por eso que es buena periodista. ¿Qué quiero con ella? Por el momento, la quiero a ella. Quiero pasar todo el tiempo que pueda a su lado, compartir cosas. Sé, estoy seguro que es una de las personas más interesantes e inteligentes que he conocido. Quiero mucho con ella. Quiero ir al parque, salir a cenar y también discutir con ella. Quiero el combo grande.
De todas maneras, sospecho que si le digo lo que quiero puedo… asustarla.
-        Por el momento -  digo -  me gustaría que digas que sí a cenar conmigo.
-        Acabamos de cenar – me dice con un gesto de no entender nada.
-        Sí, pero quiero que estemos nosotros solos. No rodeados de ebrios. ¿Puedo pedirte eso?
-        Podrías -  duda-  con la condición de que no vendas nada.
Me hace reír. No tiene idea de lo que vendería si eso significa que aceptaría pasar tiempo conmigo. Una vez más, la asustaría mucho.
-        Hecho. No venderé nada. Mañana por la noche. Pasó a buscarte a las siete.
-        No, es muy temprano. Pasa a las nueve.
-        ¿Es temprano a las siete?- pregunto desconcertado.
-        Los fines de semana uso el horario de América. -  me explica sin darle importancia.
Cuando levanta su hombro, sin querer mi vista se dirige a sus pechos. Bueno, puedo asegurarle a quién pregunte  que son los pechos más perfectos que he visto. Y de pronto tengo ganas de dormir con mi cabeza sobre ellos. Luego, claro está, de haberlos admirado toda una noche, y también en la mañana.
Ania carraspea. Me mira con una ceja levantada y una media sonrisa. Con voz burlona me suelta.
-        Me aseguraré de ponerme algo poco revelador así me puedes mirar a los ojos.
-        ¿Qué? Oh Dios! Lo hice de nuevo ¿cierto?- la vergüenza me invade.
-        Si. Pero a esta altura estoy acostumbrada a tener los ojos unos 30 cm más abajo.
-        ¿A qué te refieres?- una sospecha de que no soy el único que se pierde en su glorioso cuerpo me invade junto con un sentimiento de ira irracional y de deseos de matar.
-        Me refiero a que a la mayoría de los heterosexuales les gustan mis pechos. Y a algunas lesbianas también. Pero, como diría tío Ben, un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
-        ¿Te refieres al tío de Spiderman?- pregunto sorprendido. Ya no me dominan los celos, si no la incredulidad.
-        En realidad, también lo dijo Jonathan Kent a Superman. Y Alfred a Bruce Wayne…
-        Eres increíble -  le digo con una sonrisa, sé que me debo ver como un estúpido, pero está citando comics. Los de mi infancia… Esta chica tiene… todo.
Ella sonríe y un rubor se presenta en sus mejillas. Oh Por Dios…. Ahí está…
-        Lo sé-  contesta. Muy pagada de sí misma.
-        Debería irme -  le digo cuando me doy cuenta de que hemos estado parados en la puerta todo este tiempo.
-        Sí, Dios santo, quiero dormir! Eres un incordio…- dice con un tono exagerado.
-        Adiós -  le digo. Dudo por un momento, pero sé que debo usar todas mis “armas” si tengo que convencerla para que acepte que el que yo sea su jefe no es problema -  Ah…! Por cierto, hoy te ves hermosa con ese gorro.
-        Adiós – me dice con cara de desconcertada y sé que está reprimiendo una sonrisa. -  vete ya! 
Y me empuja para cerrar la puerta.
Bajo las escaleras y me dirijo a mi auto, antes de subir miro al balcón dónde estuvimos hace un rato. Y veo que se prende la luz.
Me quedo mirando unos segundos, y luego la puerta se abre, Ania está allí. Me busca con la mirada, y cuando me localiza, me saca la lengua, da media vuelta y empieza a caminar hacia el interior, haciendo que el pompón rojo de su gorro rebote de la manera más tierna.
Estoy casi seguro. Eso es una de las cosas que más me gusta de ella. Su sencillez.



Una vez más, gracias a las chicas de mi grupo más charlatán Val, Anto Stefi (- Amamos los libros- ) por sus opiniones críticas, y por haberse enamorado de Jared sin haber visto ni la mitad de este hombre. 
A Yani, que me incentivo para escribir, creo que nuestra amistad no sería lo que es sin esta pasión compartida por los libros y los hombres controladores y tiernos.
Y ... una vez más, voy a estar subiendo capítulos todos los días siempre que pueda, y si son muy cortitos quizás haya un bonus como este ;)  !!! 


Ya saben, comenten, opinen, critiquen. Las quiero Coti !

Capítulo 11: Preocupación

Un ruido a vidrio me saca de mi ensoñación sobre los labios de Ania.
Adentro del departamento puedo ver a Amy y Ania ambas riéndose de la pobre de Natasha, que esta semi desmayada colgando de los hombros de las chicas y hablando incoherencias.
El señor Cubert ha desaparecido y veo a Mike charlando con July en el sofá grande.
La causa del alboroto es la botella verde. Se cayó al suelo y hay líquido negro esparcido por el parqué.
-        Déjenme ayudarlas – le digo a Amy y a Ania y en cuanto digo eso lo siento venir. Es cómo la crónica de una catástrofe, la calma antes de la tempestad…
Natasha se incorpora patosamente y me mira, pone lo que parece ser un intento de pose sensual y se dispone hablar. Pero claro, nunca llega a hacerlo, porque de su boca no salen palabras, sino… bueno su porción de la cena. Lo mejor, es que se dirige directo a mí.
-        Oh Dios! – Amy y Ania gritan al unísono, mientras toman en el aire a Natasha que ya está cayendo.
Cuando creo que no puedo estar más impresionado, Amy suelta a Natasha, la toma por los pies y deja a Ania a cargo de los hombros. Y si, se dirigen al baño.
La puerta se cierra y una July un poco ebria me dice:
-        Señor Collins, se ve horrible… no creo que salga- me informa moviendo la cabeza.
-        Yo puedo ayudar con eso- dice Diego- tengo algo de ropa que te puede entrar – me informa, examinándome. El es más bajo y flaco que yo. Pero no voy a ponerme quisquilloso ahora, que estoy cubierto de vómito.
-        Seguro, te lo agradecería amigo.- a pesar de que en un inicio no me gusto Diego por su trato con Ania, el chico es agradable… un poco.
Me hace señas para que lo siga, salimos del departamento y vamos directo a la puerta de enfrente. Abre la cerradura un poco torpe, a causa del alcohol y me hace pasar.
-        Un minuto, ya vuelvo- dice. Y desaparece por una puerta.
Al cabo de unos minutos me trae unos vaqueros, una camiseta blanca y unas zapatillas. Me empieza a caer muy bien.
-        Amigo, no sabes lo que te agradezco esto.
-        El baño es por ahí- señala una puerta y él se dirige a la cocina.
Una vez que logre sacarme el hedor de encima, salgo del sanitario y me dispongo a agradecerle de vuelta mientras Diego me entrega una bolsa negra para colocar mi traje.
-        No agradezcas. Sólo… pórtate bien con Ania. Ella ha pasado por mucho y… merece ser feliz. – por qué me ha tomado este tipo.
-        No pretendo nada más que eso.- digo serio y cortante.
-        Amigo, no me malinterpretes. Para mí, Ania es como mi hermanita. Supongo que sabrás que si le haces algo, lo más mínimo, lo sufrirás multiplicado por cien.-  lo dice con una sonrisa en la cara, y sé que sus intenciones son serias cuando menciona que Ania es una hermanita para él.
-        Si hay algo que respeto, son las promesas. Hoy te prometo que nunca haré nada para dañarla de ninguna manera posible, Diego. – no me siento en la obligación con él. Pero sé que la tengo para con Ania. También sé que a su manera, Diego se preocupa por ella. Asique no dudo en hacer la promesa.
-        Bien, me gusta oír eso.- me da una palmada en la espalda e interpreto eso como una despedida cordial.
-        Iré a buscar a Mike. Nos vemos.
-        Adiós, Jared. Un placer.
A pesar de acabar de hacer una promesa cómo la que acabo de hacer, mi mente está en otra parte.
Mejor dicho, está en otra parte de la conversación. Diego es la segunda persona que me ha dicho que Ania ha pasado por mucho. Mike me lo advirtió en primer lugar.
Entonces analizo la situación. En una primera instancia Ania fue desconfiada al punto de no decirme su nombre. Luego está su intento de boicot a nuestro segundo encuentro. Y también su renuencia para hablar de sí misma.
Me preocupa. Quizás Ania si ha pasado por mucho. Quizás ella ha sufrido o la han hecho sufrir.
Ni bien contemplo esa idea, hiervo de rabia, furia e ira irracional. Cualquier infeliz que se atreviera a hacerla sufrir, no sólo no la merece, si no que merece... Dios! No puedo ni pensar en todo lo que le haría al que la hizo sufrir.
De todas maneras, tengo un amigo que exige rescate, una secretaría ebria, una escritora totalmente fuera de combate, y a la mujer más fascinante y llena de misterios del otro lado de la puerta. Tengo que ponerme en acción.

Sé que estos capítulos son cortitos, por lo que estoy publicando unos dos al día. Si quieren más, los comentarios con opiniones y sugerencias se agradecerán. Mención especial para mi amiga y compañera de años Yanina Silva, la primera en leer a Jared y Ania. Y además a mis recién adquiridas amigas Josefina Rossi (del grupo Hush Hush), Stefani y Val Batta (del grupo -Amamos los libros- ) que me dan sus opiniones y críticas sin pelos en la lengua. Gracias.


Capítulo 10: Tiene una combinación de ternura, inocencia y sensualidad única.

Ania. Saboreo el nombre en mis labios, y pienso que le queda muy bien. En realidad cualquier nombre le quedaría bien a ella.
-        Si sabías quién era, ¿porque no me dijiste nada? – pregunto una vez que me doy cuenta de que ella supo todo el tiempo quién era yo.
-        No lo sé, pero sabía que a pesar de ser mi jefe, probablemente nunca te encontraría en el ambiente laboral. Asique pensé que tratarnos de igual a igual podría ser lo justo. -  toma la fuente de la carne de mi mano y comienza a atravesar el jardín.
-        Voy a volver a trabajar, Ania.- le informo. No sé porqué, pero sentí la necesidad de decírselo.
Pasamos la puerta roja y comenzamos a bajar el primer tramo de escaleras.
-        Entonces, ya no podremos tratarnos de igual a igual- me dice cuando llegamos al primer descansillo- Jefe -  su cara tiene la expresión de un jugador de póker profesional. No me dice nada. Pero tampoco me da mucho tiempo a mirarla porque se da vuelta y sigue bajando las escaleras.
En el cuarto piso nos detenemos en una puerta de madera común y corriente.
Entonces, ella la abre y murmura muy bajo para sí misma “que comience el show”

Lo que veo me deja aturdido. Es espectacular lo que esta chica ha hecho en unas cuantas paredes. A mi izquierda lo primero que veo es una biblioteca que ocupa toda la pared. Está repleta de libros. A los pies del mueble hay un tifón. A la derecha está la sala tiene un gran sofá enfrente de un TV y hay pequeñas replicas de la biblioteca de la izquierda, a los lados del televisor. Igual de llenas que la anterior.
La cocina es chica pero en la barra puedo ver varias fuentes con diferentes platos y ensaladas. Lo que parece ser el espacio para salir al balcón está ocupado por un gran mesón rectangular de unos tres puestos de largo. Cuento que hay sentadas siete personas.
Genial, falta espacio para mí. El jefe que aparece sin avisar va a ser molestia.
Busco a Mike con la mirada. Y lo veo animado hablando con algunas personas. Nadie se ha percatado de que hemos entrado y Ania parece disfrutar disimuladamente mi incomodidad.
-        Señores, por favor, pongamos orden que ¡el jefe está aquí! -  dice en tono de burla. Está bien, me lo merezco.
Se hace un silencio profundo en la habitación y sé que es el momento incómodo de la noche.
-        Buenas noches, Jared – dice un hombre sentado al final de la mesa, lo reconozco vagamente. La última vez que lo vi tenía por lo menos 10 kg menos y una buena porción de cabello le falta.
-        Señor Cubert, tanto tiempo ¿cómo se encuentra?- aún estoy parado en el medio de la sala.
Sin previo aviso siento la mano de Ania en mi espalda que me empuja a sentarme en un puesto al lado de una chica rubia muy flaca y de July. Bueno un rostro conocido al menos. En frente tengo a Mike y al Señor Cubert.
Todos se presentan esta July, que además de ser secretaria de Mike me informa que estudia relaciones humanas. El señor Cubert, un viejo conocido me cuenta que su mujer sigue con problemas en la espalda, pero que seguro es porque no le gusta acompañarlo al golf. Si mal no recuerdo es el encargado de la parte financiera de la revista. La rubia que está sentada a mi lado es Natasha, es rusa y está en la sección moda de la revista. Eso explica su apariencia. Pero cuando se presenta no resulta ser tan desagradable como preveía.
Gary es de legales. Tiene una apariencia de ratón de biblioteca y no extraña que se dedique al papeleo. Después de todo queda demostrado que todos tienen un poco del estereotipo en el que podría ubicarlos.
Después en la cabecera hay un hombre fornido de aspecto latino que me mira mucho, y cuando es su turno de presentarse me dice que es Diego, un amigo de Ania que vive en el mismo edificio y que está allí sólo por la carne asada.
Por último, esta Amelia. Es la mejor amiga de Ania en Londres y no se ha perdido un viernes desde que son tradición.
Cuando todos se disponen a comer pregunto:
-        Ania, ¿no te sientas?
Sin saber porque, todos ríen. Y luego me explican que el encargado de asar la carne no puede sentarse porque corre el riesgo de que la carne se pase de punto.
A lo largo de la comida Ania va y vuelve a la terraza en busca de más carne y vegetales. Pues Natasha es vegetariana y Ania le prepara comida especial a ella.
La cena transcurre tranquila, nadie menciona el porqué de mis vacaciones de casi tres años. Y todos hacen charla mundana. No me aburro, pero tampoco puedo seguir el hilo de una conversación por demasiado tiempo. Estoy fuera de práctica.
Mientras comemos averiguo que la comida es típica del país de Ania. Ella es de Argentina, y es típico este tipo de barbacoa llamada asado.
Si tengo que ser sincero, hace mucho tiempo no probaba algo tan rico como esto. Diego menciona al pasar que las mujeres en Argentina no suelen hacer el asado, si no que es una tarea que se atribuyen los hombres. Y que la mujer que sabe hacer asados es una joya.
Si bien Ania participa de la conversación la veo muy callada. Y aprovecha para evadir algunos temas personales como parejas y planes de vida, con la excusa de ir a ver la carne.
Una vez terminada la cena, Ania saca de la heladera unas botellas de coca cola y con aire misterioso trae unas jarras vasos para todos y mucho hielo.
Cuando es señor Cubert dice:
-        Ania, hija mía, no juegues con mi corazón… no me digas que…
-        Por supuesto que si viejo borracho, lo conseguí exclusivamente para ti.
En eso trae una botella verde con un águila en la etiqueta. Y todos aplauden
-        Esto -  Ania por primera vez en la noche se dirige a mí. Y me explica, señalando la botella. -  se llama fernet, es una bebida alcohólica típica de Argentina. Es más fuerte que la cerveza y menos fuerte que el vodka.
Se toma con hielo y coca cola. Pero vence a los más fuertes.- da una mirada a los presentes de fingida solemnidad – están advertidos puñados de ebrios. Tomad! – y hace el gesto de consagración de vino de misa… con la jarra de la bebida.
La audiencia rompe en un aplauso muy fuerte y grandes vítores, Diego se para y abraza a Ania.  No sé porque lo hiso. Sé que de pronto todo se tiño rojo y que tengo ganas de retorcerle el cuello a ese hombre.
Nunca hasta  el día de hoy he sentido celos de una mujer. Si, era celoso de mi hermanita, pero por supuesto, no en este sentido.
Mike se ha dado cuenta de mi mirada asesina dirigida hacía el amigo de Ania y me pega una patada por debajo de la mesa.
El ambiente se relaja un poco, July, Natasha y Amy se paran y se dirigen al sofá a tomar sus bebidas.
El señor Cubert está entreteniendo a Diego con una charla sobre acciones y la bolsa y Mike, prudentemente se levanta al baño.
Es mi momento. Aprovecho y voy hasta la punta de la mesa dónde Ania está preparando una bebida aparte en un vaso y me siento a su lado.
-         Y  bien, ¿vas a prepararme una? – le pregunto y entrego mi vaso. A cambio me da el de ella, ya preparado.
Lo pruebo, y hay una mezcla amarga con lo dulce de la Coca Cola. Es muy sabroso.
-        Amigo, tranquilo con eso. Es más fuerte de lo que parece- dice señalando que ya tome la mitad de mi vaso.
-        Es rico, un poco… amargo pero, vale la pena. -  le digo e intento sonreír. Estoy fuera de práctica y posiblemente mi boca se vea como una mueca extraña.
-        Son las hierbas.- murmura. Está cerrada a conversar.
-        ¿Me llevas a conocer tu balcón?- pregunto en un intento terrible por parecer un tipo interesante.
-        Creo que voy a tener que llenar los vasos antes- me señala el vaso casi vacío en mi mano. Apuro el último trago y ella procede a llenar ambos vasos.
Todos están perdidos en algo. Conversando de algo muy interesante al parecer, pero fracasan en disimular sus miradas hacia nosotros cuando nos dirigimos a la puerta de vidrio del balcón.
Sé que ella ha decorado este lugar en cuanto pongo un pie en el.
Hay dos sillones y una mesa dónde hay por lo menos unos diez libros de diferentes géneros, incluso hay uno en otro idioma, español supongo.
-        ¿A qué te referías con que no íbamos a poder tratarnos de igual a igual?- le pregunto cuando nos sentamos.
-        A que tú eres mi jefe, y yo tu empleada. Por lo cual hay una jerarquía que respetar – lo dice muy seria
-        Es decir que, me vas a tratar de esta manera, fría y distante porque soy tu jefe…- medito.
-        Si. Y porque valoro mucho mi trabajo, y me gusta el lugar dónde lo hago. Y no me gustaría que me despidieran – suspira.
-        ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra, Ania?- pregunto. Estoy perdido, ¿Por qué la despediría?
-        Mira, Jared. No voy a fingir que ni a ti ni a mí algo… nos pasó las primeras veces que nos vimos. Hay una atracción innegable, lo sé-  suspira y me mira- pero me costó mucho llegar a dónde estoy para ser desacreditada por lo que pueda ser una aventura con el jefe, lo siento.
Ya no me mira. Me siento desfallecer. Ella piensa que para mí es una aventura. Ahora tiene la vista perdida en las luces de Londres. A lo lejos se ve el London Eye. Decido que si no juego todas las cartas, probablemente pierda sin jugar.
-        Lo siento, pero estás muy equivocada.- me mira con una ceja levantada-  Me alegras que admitas la atracción. Yo la sentí también.- prosigo- Pero no es sólo física, Ania. Me regalaste la sonrisa más bella que he visto y eso… No sabes…- no puedo tirarle toda mi mierda encima – significo mucho para mí que me hicieras reír.
Por un momento, ayer… te sonrojaste y eso fue cómo el estallido de mil estrellas en mi cabeza.
-        Yo… no sé qué decir, Jared- guau. Estoy surtiendo efecto. Bien.
-        ¿Te sientes incomoda cerca de mí?- le pregunto. Y agradezco a mi abuela su sabiduría.
-        Ahora que lo dices… no, de hecho me siento muy cómoda.
-        Entonces, ahí tienes tu respuesta – juego a su juego de misterio y acertijos.
-        ¿Qué respuesta, Jared? -  pregunta con una media sonrisa de lo más encantadora. Su tono es de burla, pero sé que noto que imito su misterio.
-        Bueno, sabes… los budistas dicen que sí estas con una persona y tus manos tiemblan, tus rodillas son débiles y no sabes cómo actuar, no es la indicada. Si no que la persona indicada es la que te hace sentir cómoda y tranquila cuando está contigo.
En lo que a mí respecta, me has dado mucha más tranquilidad que nadie antes, Ania.
Sus ojos se abren un poco. Su media sonrisa burlona desaparece y aparece una tímida en su lugar. En vez de contestarme algo, toma un libro de la mesa y busca una marca. Y en español dice:
“Los budistas dicen que si conoces a alguien y tu corazón late fuerte, tus manos tiemblan, tus rodillas se vuelven débiles, esa no es la persona indicada.
Cuando conoces a tu ‘compañero del alma’ te sientes calmado. Sin ansiedad, ni agitación”
-        Acabas de llevarte muchos puntos, Jared. Como un millón – dice y nos quedamos mirándonos por un largo tiempo.
Estuvimos mirándonos un rato. Ania parecía pensativa.
Yo no, yo estoy seguro de que parecía fascinado. No, fascinado no, encandilado. Esta chica para mi vista parece año nuevo en Sidney. Brillante, volátil, incluso peligrosa pero aún así hermosa e incomparable, como los fuegos artificiales.
Ania me mira, esboza una pequeña sonrisa y ladea la cabeza. Suspira y dice:
-        Debería ir adentro. Este silencio -  y señala adentro con su cabeza-  puede presagiar una catástrofe.
-        Tienes razón- hago una pausa -  deberías – y sonrío levantando las cejas.
La expresión de Ania es entre divertida e irónica. Decide ignorar mi petición implícita y se para.
-        Es mi casa la que va a ser destruida -  duda un segundo y añade – Pero puedes quedarte aquí, ya vuelvo – y sonríe imperceptiblemente.
-        Ania… - la llamo, ella voltea y me mira expectante, y en vez de decir que la esperare todo el tiempo del mundo, le saco la lengua como un adolescente cegado por el primer amor.
Ella larga una carcajada sonora. Y su sonrisa es lo más tierno que he visto en la noche, además de su gorro rojo de punto con pompón.
Sigue caminando y entra en el apartamento.
Desprende esa ternura e inocencia. Nadie podría combinarlas con la sensualidad, oh… pero ella de alguna forma lo hace.
Posiblemente sea su mirada. Uno puede perderse por días admirándola. Quizá tenga algo que ver su pelo, nunca parece realmente  peinado, pero a ella le va de maravilla. También tengo mis dudas sobre sus labios.
Sus labios… son pequeños, pero simétricos. Tienen una tonalidad rosa que no es pálida como la de las mujeres europeas. Y casi llega a ser rojo, como la de las mujeres latinas. Pero no es ninguno de ellos. Por momentos se ven algo naranjas, pero luego ella puede morderlos, o pasar su lengua por el inferior; ambos gestos de nerviosismo o incomodidad, he descubierto, y allí vuelven a su color original. Color Ania.


Jared y Ania

Jared y Ania