viernes, 10 de abril de 2015

Capítulo 32: Stephanie

Cuando salí de la oficina me di cuenta de que Ania no había contestado a mi invitación.
Decidí que no forzaría nada. Ella tenía que ir de todas formas a la fiesta. Me dirigí a mi oficina y continúe escribiendo. Ya casi estaba a la mitad de una historia y podía hacer una antología de poemas completamente rosas.
Quién me viera escribir podría compararme con Cohelo. Bien, yo no era de ese estilo, pero ¿qué puedo decir? El amor nos hace bobos.
Cuando menos lo note, la noche ya había descendido y envolvía a la ciudad. Mi oficina tenía una vista genial, inspirante. Y fue cuando note que  los rascacielos vecinos estaban desiertos, que me percate de la hora. Eran casi las nueve, y yo me había quedado haciendo horas extras… como si tuviera jefe… pensé.
Me levante de mi escritorio, el cuál por cierto no había cambiado en todo este tiempo. Tenía que hacer algo al respecto. Junte mis cosas y me dirigí al garaje.
Estaba de camino a casa, cuando lo vi. Una tienda de mascotas open 24.  Mil fuegos artificiales hicieron implosión en mi cabeza, y me aplaudí a mí mismo.
Steacy me había rogado por años por un perrito, a lo que yo siempre me negué, por dos motivos, en primer lugar no me gustaban muchos los perros, siempre te miran con esa carita que dice “humano, aliméntame y te prometo lealtad eterna” pero claro, ven una pelota y son todo “debo comer a esa bola del demonio”  realmente no los entiendo.
El otro motivo era que nunca pude conservar nada vivo por más de dos semanas. Cuando tenía 7 años mi padrastro me obsequió un hámster por mi cumpleaños. Me gustaba jugar en el jardín con él. Eso fue claro, hasta que un día me llamaron a almorzar y yo olvide devolver a Mr. Lewis adentro.
¿Saben que sucede cuando dejas a un hámster por 6 horas al sol? Si no lo saben, mejor no lo averigüen…
En fin, nunca había sido bueno cuidando de algo más que de Stacy, pero eso iba a cambiar hoy.
Cuando llegue a casa con mi nueva amiga, nos sentamos en el sofá y  deje que se relaje. El viaje en  auto puede estresar mucho a los animales.
Estaba contemplando la idea de ir a dormir temprano (yupi!) cuando los ojos de mi nueva compañera de cuarto hicieron contacto con los míos. Ella era astuta, se podía notar. Y esa astucia me recordó a Ania.
Entonces tome mi celular y teclee:
Necesito ayuda urgente con algo en mi casa.
 Tiene que ser una mujer
¿Puedes venir? J
Ok, sé que es realmente desconsiderado hacerla venir hasta aquí a esta hora, pero uno nunca debe perder las esperanzas. Necesitaba pasar más tiempo con Ania.
Además, otro aspecto que no había tenido en cuenta empezaba a tomar mayor protagonismo era mi falta de… acción. Cuando yo me declare ante Ania no esperaba que… bueno, follarla ahí mismo, no…porque ella es diferente. Eso hubiese sido con cualquier otra hace unos años.
La cosa es que hace un par de años que ya no follaba por follar porque, créeme, lo hice por mucho tiempo. Y que incluso si hubiese conocido a Ania antes, yo creo que hubiese sido diferente de igual manera. Yo no solo la deseaba, por Dios cómo la deseaba! Si no que también estaba enamorado de ella. Sus curvas y su inteligencia eran un agregado exquisito, pero no eran ni la mitad del combo.
Ella era compasiva, perspicaz, astuta, y sobre todo, era ella.
¿Se quema tu casa o algo por estilo? A
Decía su mensaje. A lo que conteste.
Por favor, no te lo pediría si no fuera importante. No sé qué diablos hacer y estoy seguro que tu lo sabrás.
Adulación. En su más puro y sólido estado. Si necesitaba de ella, lo aceptaría y me tragaría el orgullo.
OK, estaré allí en 10 minutos, pero luego no te quejes si ostento sobre mi conocimiento en… ¿cosas? En serio ¿de qué se trata, Jared?
Una cosa sobre vivir en una gran ciudad rodeado de gente de alta sociedad, es la ostentación. Quien tiene más es mejor. Y quien es mejor, siempre puede serlo más. Es así y no hay quien lo discuta. Excepto Ania, por supuesto. Ella no sabe qué diablos es ostentar. Ella va a trabajar de jeans y convers. No se maquilla en exceso y apenas si luce una linda cazadora de cuero como máximo lujo.
Agregando ese pequeño aspecto, Ania no era ni un céntimo parecida a cualquier mujer que yo haya conocido antes.
Además, algo muy importante para mí. Es que ella exige ser tratada de igual a igual, no acepta la mierda de nadie. Y eso es lo que la mayoría de las chicas hacen, aunque no se den cuenta, claro.
Esa era una de las razones por las cuales no me había molestado esperar, pero mientras divagaba sobre las razones sobre porque no había concretado nada con Ania, mi frustración sexual llegaba a niveles insospechados.
Está bien, hace…demasiado como para decirlo, que no estoy con una chica. Pero antes no había sentido esta… efervescencia adolescente cada noche antes de acostarme, y por supuesto, más que presente todas las mañanas.
Había tenido que recurrir a los viejos métodos…. Y eso no me enorgullecía. Pero estaba fuera de discusión buscar una aventura de una noche. Mi regreso sería épico, y sería con Ania.
Un poco de ego, testosterona y adrenalina subieron a mi cabeza, después de todo… yo era un hombre, tenía 28 y era apuesto. Debía trabajar sobre mi autoestima.
El timbre sonó y yo me levante a atender. Lo que había ante mi puerta me dio más ternura que la bola de pelos que dormía en el sofá.
Ania estaba en un espantoso pantalón de chándal gris unos tres talles más grandes de lo que necesitaba. Una sudadera color óxido de Cambridge y unas pantuflas de patos acompañaban el atuendo. Ella estaba agitada, con sus mejillas sonrosadas y su pelo revuelto.
-          ¿De qué diablos te ries? – espeto y luego miro hacía sus pies.
El color rojo la inundo y se qué eran esos momentos en los que dices “Tierra, trágame”.

-          Oh…Dios, olvide cambiarme- me dice con los ojos muy abiertos.
-          ¿Cosas que pasan?- sugiero y le hago un gesto para que entre a mi casa
-          Gracias ¿qué es eso tan urgente?- me pregunta una vez más en su rol de “yo-lo-sé-todo”
-          Bueno… porque no lo ves por ti misma – digo y señalo mi sofá.
-          Owwwwww es preciosa!!!- dice, con la voz más aniñada que alguna vez le he escuchado, desbordando ternura se dirige al sofá y agarra la bola de pelos completamente negra - ¿de dónde la sacaste?- me pregunta sin darme la menor mirada, su atención está en el paquete peludo de sus manos.
-          La compre- le contesto.
-          ¿y cuál es el problema imposible de resolver?
-          No tiene nombre, y pensé que te gustaría bautizar a tu nueva gatita.
-          ¿Qué?

Capítulo 31: Secretos y Peticiones.

Las cosas con Mike se enfriaron después de mi indirecta con respecto a July.
Sentía que todo a mí alrededor se había estancado. En el buen sentido, Mike estaba conforme en dejar a July como mi secretaría y continuaba follándose a  Tiffany en cualquier baño de la revista. Al menos tenía la decencia de no hablarme por un par de horas luego de que volviera acomodándose la corbata a la oficina.

Lucás se había vuelto en un indispensable de la noche a la mañana, manejaba a la perfección la administración de las notas, y comprendió desde el inicio el concepto que le quería dar a la revista.
Shona se sentía muy conforme con mis llamadas diarias.
Todo iba bien. Excepto, claro, que Ania me había dejado con un cartel de espera pintado en mi frente. Realmente no sabía si en algún momento ella se iba a abandonar su reticencia por iniciar algo conmigo. Pero nunca lo iba a saber si no establecíamos cierto vínculo de confianza. Es por eso, que en este momento me dirigía hacia su oficina.
Golpee la puerta y sentí un
-          Mejor que sea importante – un suspiro al aire y un – Adelante – más cordial.
-          Hola…-entro despacio en su oficina, ella me mira con ojos expectantes.
-          Si?- me mira y se queda ahí… ¿intimidada? – Por favor, siéntate – me hace una seña
-          Gracias – le digo y no sé cómo empezar la charla – Necesito tu opinión en un asunto, Ania – empiezo. Ella me mira expectante con una media sonrisa y me dice
-          ¿Qué asunto?
-          Bueno, como sabes desde hacía mucho yo no trabajaba ni nada. Y desde… - mejor no volver ahí, pensé- desde hace un mes he vuelto a… retomar mi vida, ¿si?
-          Si…- me mira extrañada, realmente no sabe a qué me refiero.
-          Bueno, nunca espere hacer nuevos amigos a esta altura de mi vida, pero he congeniado con algunas personas… Tú, Lucás me cae muy bien, a pesar del pequeño… malentendido que hubo en un inicio… July…
-          Bien, eso es… bueno, Jared – me dice con una sonrisa pero de esas que dicen “¿qué diablos dice este tipo?”
-          Pero con July es diferente.
-          ¿Diferente?- me dice, levantando una ceja y mirándome por arriba de sus gafas
-          Si, ya sabes me despierta algo…
-          No, en realidad no sé, Jared- su tono es plano.
-          Bien… Ella tiene 20 años. ¿Sabías?
-          Si, si sabía. ¿Qué con eso?- ya no se la siente tan paciente
-          Bueno, es casi la edad que tendría Stacy ahora….
Ania entrecerró sus ojos, adopto esa mirada evaluativa que te hace sentir desnudo ante su escrutinio. Y apareció en su frente esa arruguita que solía asomar cada vez que fruncía su ceño porque estaba nerviosa, o molesta. No sabría decir que la había provocado esta vez, pero el hecho era que ahí estaba, y realmente me  distraía mucho.
-          Jared…- me llamó – Hey!
-          ¿Qué?
-          Te dije que qué sucedía con ella teniendo la edad de tu hermana.
-          Bueno, como te dije – volví de mi lapsus de contemplación a Ania- me despierta algo, pero no sé si es sano.
-          ¿A qué te refieres con “sano”, Jared?- pregunto con mil preguntas sin formular en sus ojos.
-          Dejame explicarte todo…
-          Adelante- dijo con un gesto para que prosiga.
-          July está enamorada de Mike, el cuál folla como conejo con Tiffany en todos lados, sin la menor contemplación por… cualquiera. El hecho es que hasta ayer, Mike no sabía que July se siente atraída por él. Lo que sucede es que cuando vi a July sufrir por Mike, unas ganas de enterrar mi puño en el rostro de Mike surgieron inexplicablemente.
-          ¿Sientes algo por July? – pregunta - ¿A eso te refieres? – me dice un tanto pálida y creo que no ha entendido nada
-          No! Bueno, sí. Pero no como lo que insinúas. Siento un instinto protector como el qué alguna vez sentí por Stacy. Cuando ella era más chica, solía pedirme consejos para tratar con los chicos, y yo siempre estaba ahí para ella cuando los tarados le rompían el corazón. Me siento igual ahora. Y pienso que quizás es malo, enfermo, retorcido de alguna manera el hecho de que sienta que July es como una hermana, siendo que la conozco desde hace como un mes.
-          No, no lo es. – me dice Ania sonriendo con nostalgia – no lo es en lo absoluto, Jared.
-          ¿Segura?- pregunto con timidez- Es decir, July se convirtió en una buena amiga, y me ha dado consejos acerca de…  - me corto antes de decir que ella es la que me dio datos sobre Ania, como el de las camelias - … cosas.
-          Estoy segura – me dice con calidez y una sonrisa que dice ya sé qué tipo de cosas- hay situaciones de perdida diferentes a otras. En algunas sientes que las personas son irremplazables, y te niegas a dejarlas ir, o a su recuerdo…- dice más que nostálgica. Sé que habla de ella misma.
-          Y… ¿qué con esta ocasión?- pregunto.
-          Oh… Dios- suspira y me mira, pero está lejos… su mirada está en mis ojos, pero sus ojos ven otra cosa- Cuando mi hermano murió, yo me refugie en Lucás, digamos que lo “adopte” en carencia de mi hermano, y él me “adopto” por su carencia de mamá, pues mi tía estaba muy enferma en ese momento.
Las palabras de Ania son una bomba de mil kilotones cayendo en mis manos. Ella tenía un hermano que murió. Lucás compenso la falta de su hermano… ella fue como su madre… Ahora entiendo algunas cosas, como que Lucás sea completamente intocable para Ania. O su empatía hacia mi con el tema de Stacy.
-          Ania, no sabía…- le digo, y parece que olvide todos los pésames que me han dado a lo largo de los años, porque de mi boca no sale nada sensato – lo siento.
-          Está bien, sucedió hace mucho – Me dice con una sonrisa renovada, pero esta no llega a su rostro – Pero, volviendo a tu pregunta. No sé si es malo o bueno, pero sé que funciona apoyarse en alguien que pueda… bueno nunca reemplazará a tu hermana, pero hará que extrañes menos algunas de las cosas que ella te daba. Así sólo te escuche.
-          Gracias – no sabía esto sobre Ania, pero lo sospechaba. Tiene un alma tan profundamente sabia y generosa, que no duda en decirte lo que piensa tal y cómo lo piensa. Su sinceridad y su transparencia en cuanto a sentimientos tan íntimos y tan personales, me hacen quererla aún más. – Podrías haberme dicho una tontería como que “si lo sientes, hazlo” o “sigue a tu corazón”, pero me dijiste algo mucho más importante. Me dijiste lo que necesitaba escuchar, no sólo lo que quería.
-          Jared, está bien, sólo te dije la verdad. Lo que pienso – me dice con una sonrisa incómoda que suele poner cuando la conversación se adentra en su terreno personal.
-          Lo sé, y además de eso, compartiste algo de tu vida conmigo. Sé que no lo haces a menudo, y puedo apostar que no te gusta, por eso mismo apreció tanto tu consejo.
Me regala una sonrisa nostálgica pero autentica y dice
-          Hablar de Francisco nunca ha sido algo fácil. El era mi héroe ¿sabes? Era mayor. – se muerde su labio inferior y sus ojos se llenan de emoción y algunas lágrimas contenidas, suspira y dice- No sé cómo, pero he dejado atrás a la gente que más he querido, he dejado atrás todo lo que alguna vez he odiado, pero todavía recuerdo una de las cosas que me dijo Francisco cuando cumplí trece…
-          ¿Qué te dijo?
-          Que odiaría con el corazón al idiota que me hiciera sufrir. Lo que te convierte en un excelente hermano mayor para July.
Me esperaba una desviación antes. Asique, está bien. Ania ya me ha revelado mucho por el momento y ha compartido un trozo de su pasado que me ha ayudado a superar el mío.
Al final resulta que tenemos más en común de lo que creemos.
-          Oye, quizás no sea el  mejor momento…
-          Entonces, busca un mejor momento – me interrumpe. Sonríe irónicamente y levanta la ceja - ¿Qué? – pregunta finalmente
Ok, cuando un hombre le dice algo tan cursi a una chica, espera por lo menos que ella sonría, se pare y actué en consecuencia al puto cliché, continuándolo con un “Oh, Jared, por supuesto que sí, iré contigo al baile” y lo complete con al menos una batida de pestañas y quizás un pequeño beso.
Por supuesto, si hablamos de Ania, ese desde luego, no es el resultado. En cambio, recibí una sonora y brutal carcajada de su parte.
Ania estaba riendo como una lunática sobre su silla, con los ojos cerrados y las manos en su abdomen. Y a pesar de que se reía de mi, una vez más no me importaba. El sonido de su risa, el verla realmente reír de alegría o diversión compensaba bastante el hecho de que, en realidad, se reía de mi.
Una vez transcurridos unos buenos dos minutos, Ania se recompuso. Empezó a toser y acomodarse en su silla. Estiro su camiseta de algodón gris oscuro y se arreglo las mangas.
Una vez aclarada su garganta, miro hacia arriba a mi rostro, pues yo estaba parado al lado de su silla. Y dijo:
-          ¿En serio? – se mordía el labio inferior, y sabía que estaba conteniendo la risa.
-          Si, en serio. Realmente, todavía no tengo ganas de sociabilizar a gran escala y me vendría bien un poco de apoyo moral – al ver que hablaba en serio, Ania cambio su expresión divertida a una más seria.
-          Bueno, tienes que ir… digo, se hace en honor a tu gran idea- dijo irónicamente.
-          No me culpes, esa fue idea de Lucás, no mía.
-          Lo sé, es un pequeño genio, ¿sabías?
-          Sí, tu pequeño genio…- murmure burlándome de ella.
Lo bueno de Ania, es que, aunque habíamos tenido esa asquerosa charla dónde ella me dijo que estaba enamorada de mi, pero que no podía estar conmigo,  ella podía ser una buena amiga si se lo proponía.
A lo largo de la semana habíamos llegado a un acuerdo tácito de bromear cuando nos encontrábamos en la cafetería que quedaba a la vuelta de la oficina. Y ella no protestaba cuando yo pagaba su latte.
Había desarrollado un sistema de recomendaciones de restaurantes de comida saludable. Consistía en llamar a July, hablar un rato de “cosas de chicas” y mencionar algún lugar naturista. Ella sabía que July se encargaba de reservar un lugar para que yo almuerce, o de ordenar mi comida. Lo que no sabía es que July, en ese sentido se había autoproclamado mi “Cupido personal” y me contaba cada detalle de las llamadas de Ania.
Nuestra relación era de lo más extraña en este punto, pero no era incomoda como lo había sido cuando Ania regresó de San Diego.
Bromeábamos, y una vez que ella me había hablado sobre su “bebé” o Lucás, para el resto del mundo, yo no paraba de molestarla con su ridículo apodo a un hombre tan sólo cuatro años más joven que ella.
-          Pero si lo es – protesto- él sabe cuatro idiomas, Collins- era en vano, en serio parecía una mamá orgullosa que pegaba las estrellas doradas de su niño en el refrigerador.
-          Ok, digamos que si lo es… ¿Crees que tu bebé no se pondrá molesto si lo dejas a su suerte por una noche, para acompañar a este adolescente antisocial a una fiesta de periodistas?
-          Creo que podría cocinar algo en compensación, y sólo así accedería.
-          Niño malcriado…- masculle, y me lleve un golpe en mi brazo de retribución.
-          Bueno, vete. Estaba escribiendo, y ahora he perdido toda la concentración.
-          ¿Sobre qué nota trabajas?- pregunte, no olvidemos, que yo era el jefe después de todo…
-          Eh… no es realmente una nota…- me dijo, y note un pequeño rubor en sus mejillas, pero las alarmas sonaron cuando bajo la mirada. Ania nunca bajaba la mirada, ella siempre estaba confiada y no solía hacer eso.
-          ¿Se puede saber en qué trabajas?- insistí.
-          En nada, pura basura.
-          Ania…- volví a intentar.
-          Historias, ¿si? Escribo. Cosas… Muy malas, y de poca calidad. Pero no tiene importancia, porque igual hacía mucho que no podía escribir y lo que sale de aquí- señalo su cabeza – es puro oxido. Creía que era mejor… pero evidentemente, no.
Termino, estaba muy alterada. Se había descargado.
Sonreí, al parecer no era el único que había recibido un balde de inspiración, ahora que prestaba atención… sobre el escritorio de la oficina de Ania había un montículo de papeles escritos a mano.
Ania estaba perfecta, como siempre, pero su aspecto dictaba que había estado trabajando en algo. Pues, su pelo estaba en un moño hacia arriba, como lo solía llevar cada vez que estaba escribiendo alguna nota.
¿Acosador? ¿Dónde?
También note manchas de tinta en sus manos. Diferentes colores y trazos adornaban sus manos.
-          ¿Qué tipo de historias?- pregunte
-          Nada en especial, Jared, ya te dije, pura basura.
-          Vamos, eres demasiado inteligente para escribir pura basura – le respondí
-          Preferiría que me subestimaras…- contesto.
-          No me subestimes a mí, huelo el talento a millas, y sé que por ahí debe haber “Basura de la buena”
-          Mmm… Bueno, te lo mostraré, pero debes prometer dos cosas.
-          Soy todo oídos- le dije
-          En primer lugar, no lo puedes mostrar a nadie- me miro con su índice levantado hacia mí en un gesto de verás, intimidante- la segunda es que me debes dejar repasarlo y arreglar algunos detalles… no está coherente todavía…
-          Hecho- dije, mientras en mí cabeza comenzaba a formarse la mejor idea que he tenido en un largo tiempo.

Capítulo 30: July = Problemas

La reunión con Lucás fue rápida, me sentía un poco avergonzado con él por nuestros anteriores encuentros. Cuando cerramos los asuntos relacionados con el manejo de la “segunda revista” Lucás se paro.
Antes de marcharse me miro con una sonrisa y me dijo
-          Señor Collins, si me permite, a Ania no le impresionan las cosas románticas, más bien las rehúye. Pruebe con algo más – me guiño un ojo y se marcho.
Ya me parecía que lo típico no iba a ajustarse a Ania.
¿Fue mi impresión? ¿Lucás me alentó a seguir intentando?
Punto ¿para mí?
 Ya era hora del almuerzo y decidí invitar a July y hablar con ella. Nos habíamos vuelto cercanos, y era me despertaba un instinto protector. Tal vez por su edad, tenía 20 años, o quizás por lo poco que sabía de ella y su vida.
-          Eh, chica internet- la llame mientras salía de mi oficina, se había ganado el apodo gracias a todos los datos que podía recitar de memoria sobre curiosidades que encontraba en internet – vamos a comer, te invito un filet.
-          Señor Collins, gracias…- me dijo y bajo la vista apenada- soy vegetariana.
-          ¿En serio?- pregunte extrañado
-          Si, hace tres semanas – me dijo con una sonrisa orgullosa- pero gracias.
-          No hay de qué. Vamos… que tal ¿una ensalada?
-          Oh…claro.
Fuimos al restaurant oriental que Ania le había recomendado una vez a Mike, y del cual ya me había convertido en habitúe.
Decidí hablar con July sobre Ania, por supuesto se rió de mí cuando le conté que Lucás era el primo pequeño de Ania, y no un misterioso ocupante de su casa.
Es decir, lo era. Y se comía los desayunos que yo enviaba. Pero si era su primo estaba bien.
July me contó algo que me dejo bastante conforme conmigo mismo y mi perspicacia.
Estaba bastante prendida por Mike, y él a veces le decía “June”. Era un maldito mi amigo, que continuaba tirándose a Tiffany en los baños del piso de contabilidad.
Puede que yo hubiese estado ausente por casi tres años del trabajo, pero una vez que volví, tome control de todo en menos de lo que esperaba. Por lo que había decido que Mike quedara como vicepresidente y lo que le iba a proponer a July, después de que me convenciera al ver su sufrimiento por su enamoramiento no correspondido.
-          Quiero que dejes tu puesto- le solte
-          ¿Qué- se quedo con el tenedor cargado de ensalada a medio camino de su boca y me miro con los ojos más expresivos que había visto en algún tiempo. Excepto por los de Ania, esos realmente le ganaban.- Pero, si yo he hecho todo lo que me ha pedido, señor Collins.
-          Quiero que seas mi secretaría personal, July- la interrumpí. Esta chica sí que apreciaba su trabajo.
-          Oh, por Dios! Casi muero del disgusto – Dijo soltando un resoplido y llevándose la mano al pecho.- Por supuesto que sí, señor. Pero… si me permite preguntar… ¿Por qué yo? ¿Por qué no contratar a alguien especializado?
-          July, tu eres muy eficiente – le digo
-          Gracias, señor. Pero, como usted sabrá yo sólo estoy en mi tercer año en la Universidad.
-          Sí, pero eres mucho más profesional que muchos colegas con título. Necesitas el trabajo, y también necesitas alejarte de Mike.
-          ¿Cómo?- me mira sorprendida.
-          July, ver a Mike follarse a Tiffany no te hace bien. Mike puede ser mi mejor amigo, pero él no se preocupa por los sentimientos ni nada de eso. No lo juzgo, ya estuve allí. Todo es diferente cuando te enamoras ¿no crees?
-          Es una mierda cuando te enamoras – suelta en un susurro. Es muy nostálgico, y esa sensación de protección hacia July resurge. Y sé que no es como la que siento hacia Ania, o la que sentiría si alguien molestará a Mike de alguna forma. July me recuerda la vulnerabilidad de Steacy. Cuando ella salía con un idiota que la desilusionaba, o cuando iba tras de un chico y no sabía qué hacer… cuando me pedía consejos.
-          July, hagamos algo: Sé mi secretaria. Eso ayudará un poco tal vez…
-          Si – me corta – Si, tiene razón, señor Collins.
-          Jared, dime Jared por favor.
-          Ok. Jared, un gusto ser tu nueva secretaría.- me dice con una sonrisa inocente en su cara.


Ahora, con nueva secretaría y los asuntos de la “segunda revista” resueltos sólo quedaba lo que más temía. Bueno, en realidad eran dos cosas.
La fiesta obligatoria por el primer número de la “segunda revista”.
Y convencer a Ania de venir conmigo.
La fiesta era un incordio realmente. Saludar gente que hace años que no ves, y ser agradable. Hablar con desconocidos como si los vieras todos los días. Hablar con conocidos como si fueras amigo íntimo de ellos. Una gran falsedad. Realmente odiaba esta clase de eventos.
Ahora sí, mi cometido era convencer a Ania de acompañarme. Me sentía como un adolescente de una película de Hollywood esperando a ser aceptado para ser la pareja del baile de la chica más hermosa del Instituto. Lo que significaba una situación realmente nueva para mí.
Le pedí a July que contratara lo necesario y se hiciera cargo de todo. La chica realmente era muy eficiente.
-          Qué diablos, Jared!!! – un muy enfadado Mike entro a mi oficina. Mejor dicho arroyo la puerta de mi oficina y la devolvió a su lugar original de un portazo.
-          ¿Sí?- pregunte extrañado.
-          ¿Sí?, ¿En serio, Collins? Te odio en este momento. – me grito
-          ¿De qué hablas, Stevenson? – conteste ya perdiendo la paciencia
-          ¿Me robas la secretaría? Que es esto, Jared, ¿Kindergarden?
-          Créeme Mike, no quieres hablar sobre el tema.
-          Oh… créeme, Jared, si quiero saber porque de un día para el otro mi secretaría no está, y en su lugar tengo una cuarentona que escribe en el teclado con solo dos dedos y que tiene un parecido a Mary Poppins.
-          Ella es temporal, hasta que encontremos a alguien idóneo para el puesto, no lo sé, Mike, habla con personal, pero July se queda conmigo. ¿Ok?
-          ¿Qué?, ¿cambiaste a Ania por July ahora?
-          No te atrevas a ser tan estúpido.- le suelto, me está cansando.
-          Explícate, entonces. – me suelta Mike apretando la mandíbula.
-          July es eficiente, y necesito una secretaría que pueda estar dedicada todo el tiempo a mis asuntos, así como tú necesitas lo mismo.
-          ¿Y por qué no encuentras una nueva secretaría tú? Digo, en vez de quitarme a la mía – trata de razonar exaltado Mike.
-          Porque July se siente más cómoda siendo mí secretaría.
-          ¿De qué diablos hablas? ¿Por qué diablos se sentiría incomoda July conmigo? Lleva siendo secretaría mía desde hace… no lo sé, varios mese…- suelta
-          De hecho, amigo, July lleva trabajando para ti casi dos años. Y se siente incómoda por tu… estilo de… mezclar placer con trabajo.
-          Pero yo nunca le he dicho nada, ni siquiera me he insinuado…- dice realmente confundido, y con voz de inocente.
-          Y ahí está el problema…- completo antes de que el siga.
-          Oh.

Jared y Ania

Jared y Ania