domingo, 8 de marzo de 2015

Capítulo 9: Ania


-        ¿Te ayudo?- pregunto en tono conciliador mientras ella está dada vuelta sobre la estructura metálica.
-        Por supuesto, toma – me entrega una gran fuente metálica de color plata y otra más pequeña de color rojo.- Sostenlas duro.
Comienza a pasar la carne a la fuente plateada y los vegetales asados a la de color rojo.
-        Tú sabías quien era…¿verdad?- pregunto mientras ambos estamos de cuclillas mirando como ella traslada la carne a la fuente.
-        Por supuesto que sabía quién eras.
-        ¿Desde cuándo?- agradezco que estoy cerca del fuego, así el color rojo que inunda mi cara puede ser atribuido al calor y no a mi vergüenza.
-        Masomenos desde el momento en que dijiste tu nombre. No te sientas mal, es difícil ignorar el nombre de tu jefe- me dice blanqueando los ojos, como si lo que dice fuera la obviedad mas inocua del mundo.
-        Lo siento -  le digo.
-        ¿Por qué lo sientes? – replica
-        Porque supuse que trabajabas para mi ayer, y está mañana lo sabía y no hice nada por decirte.
-        En realidad, yo no deje que hicieras nada. No sabías en qué trabajaba y ni siquiera sabías mi nombre…
-        Todavía no lo sé- la interrumpo, y ella me da una mirada de ironía- es decir, sé… tu apodo. Que por cierto, te queda. Pero le pedí a Mike que no me dijera nada sobre ti.-  le digo y la miro a sus ojos cafés. No me había dado cuenta de cuánto extrañaba esos ojos.
-        ¿De qué hablas? – se pone de pie y yo la sigo -  no puedes decirme que no sabes mi nombre.
-        Sé tú apodo. No quise que nadie aparte de ti me diga tú nombre – le confieso
-        ¿Por qué?- me mira con el ceño fruncido. Y creo que podría quedarme a vivir en su mirada.
-        Porque me gusta el juego que propusiste. Y además, porque te encuentro mucho más interesante que a Mike.
Se retira un paso hacia atrás y me mira. Masomenos por un minuto ninguno dice nada. Y sólo nos miramos. Al final ella me regala una sonrisa. No es una sonrisa de felicidad o de burla. Es una de pesar. Casi podría decir que es una triste. Entonces toma aire y sé que va a hablar
-         Ania. Me llamo Ania Gresco.


Jared y Ania

Jared y Ania