miércoles, 15 de abril de 2015

Capítulo 35: El mejor despertar (2)


Cuando salí vencida del tocador, mi pelo era un desastre, Jared estaba en la cocina. Estaba haciendo café, y buscaba algo en la alacena.
 Todo el mundo dice que la conciencia es esa voz interna que te dice lo que está bien y lo que está mal. La mía en cambio, es como una entidad de la ironía que se ha propuesto torturarme.
Habla en los momentos menos oportunos, y la perra, es graciosa.
Mientras Jared se ponía de puntitas de pie para alcanzar una caja de cereales en el estante de arriba su camiseta se levanto, revelando dos huequitos tan sexy por arriba de sus nalgas que…
Dios si tu no vas ahí, iré yo…!
Esa, señores y señoras, era mi conciencia. En mi mente la imaginaba un poco perra como Natasha, atrevida como Amy y arrebatada con July. No me juzguen, son las cosas que admiro de ellas. Incluso lo perra… un poco.
Jared se bajo sobre sus pies descalzos y se giro, cuando me vio me regalo una sonrisa de esas que….
Bajan bragas!
Si bueno, yo iba a decir que “enamoran”, pero doña C tenía razón, también estaba teniendo injerencia en el departamento de abajo. Ok, no voy a mentir, por supuesto no soy virgen, pero…
…pero ha pasado tanto tiempo que ya nos “revirginizamos”
No iba a agregar nada a eso. El punto es que, de vez en cuando, yo sola no podía conmigo misma. No quiero entrar en detalles.
Vamos a morir de deseo sexual por este buenazo sino haces algo!!!
Me grito mi conciencia.
Bien, ella no era la única invitada en la conversación. También estaba este participante mudo y anónimo. Cada vez que Jared me miraba, me sonreía, me hablaba, o incluso, estuviese presente, este participante empezaba a tirar de una cuerda invisible entre mis pulmones y mi estomago que hacía un efecto “paro-respiratorio vs. Vómito inminente”.
Era mudo, claro, pero sabía cómo hacerse escuchar. Si estas eran las “mariposas en la panza” de las que mi mamá alguna vez hablo, supongo que lo hizo como cuando hablo sobre la existencia de Santa…
Bastante diferente, Ma…
-          Bien tenemos café negro, cereales, jugo y seguramente queda una manzana en el refri – me dijo con una sonrisa en su cara- ¿te duele la cabeza? Puedo conseguir un analgésico.
-          Gracias -  respondí tímidamente- ya no tengo resaca, el agua la saco del sistema – le informo. Bueno, ese era algo así como un don. Mis resacas más fuertes se iban con un baño y algunos mimos.
-          Debo decir que te envidio – me confesó – y… ¿dónde está la pequeña bola de pelos?
-          Oh… estaba en la habitación… - le informo
-          La voy a buscar – me dice y va a la habitación silbando.
Jared vuelve con Stephanie en sus manos y la deposita en el sofá. Desayunamos y compartimos el periódico. Charlamos sobre las novedades en el mundo. Un silencio cómodo se instala entre nosotros, y nuestras respiraciones se sienten acompasadas.
A pesar de que estamos con la barra del desayuno entre nosotros, la cercanía es desgarradora, cuando no quieres acercarte.
-          ¿Por qué dormiste en un saco de acampar?, y en el suelo – le pregunto a Jared, cortando la comodidad
-          Porque te habías aferrado a mi mano, y parecía que de eso dependía tu vida. – hace una pausa – no quise soltarla en realidad, y dormir en la misma cama que tu era una oferta tentadora, pero me temo que… quizás era demasiado tentadora – me dice levantando una ceja, con una sonrisa nostálgica.
Dios… quiero esto todos los días cuando despierte. Quiero una persona que me haga el desayuno, alguien que me de la mano de noche, que sacrifique su comodidad para ser un caballero… A la mierda  el feminismo, los caballeros pueden enamorar…
El participante silencioso hace uso de su poder “Paro respiratorio vs. Vómito espontáneo” y me da a entender algo… No sé muy bien que…
¡Follar!
¡Follar!
¡Follatelo!
Mi conciencia me aclara cualquier duda.
Pero es el tercer personaje en mi cabeza, que es parte de mí, pero no de la manera en que lo son silencioso  y conciencia depravada. Este es más bien un recuerdo.
Un parte que se fue pero que nunca morirá. Alguien que está conmigo todos los días de mi vida desde los 6 años. Pero que hace unos 5 está presente de otra manera.
Andy.
Sé feliz, consigue alguien que te ame como yo lo hago, alguien que se merezca una mujer como tú.
Si no quieres un compañero, sólo disfruta de la vida, se FELIZ. Hazlo, no me defraudes.
Sus palabras siempre estaban presentes. Yo era feliz. Y no, no necesitaba un “compañero”, obvio hasta que conocí a Jared y mis convicciones dieron por tierra.
¿Por qué….? Bueno, Jared era todo lo que una mujer quería: hermoso, exitoso, millonario… Pero eso era lo que cualquier mujer querría, el además tenía lo que yo quería. Era inteligente, sabía que la vida no era perfecta, había atravesado por mucho, era detallista…
Stephanie salto a mi regazo y se acurruco. Parecía que minutos habían pasado desde que le pregunte eso a Jared.
-          Debería irme, llamaré a Lucás – informe.
-          No, deja… Yo las llevo – me dijo Jared mirándome con sus cristalinos ojos azules que hacían que me perdiera- Además, tenemos que pasar por un lugar antes.

Resulto ser que ese lugar era la tienda para mascotas y la veterinaria. Jared hizo que me bajara a comprar con la ropa de pijama. Si…lo hizo.
Hablamos con el veterinario quién hizo un carnet de identidad para Stephanie. Cuando pregunto por el nombre de los “padres” de la gatita Jared se me adelanto y me dejo estupefacta.
-          Hija de Jared Collins y Ania Grezco – le soltó al veterinario con la mejor y más estúpida sonrisa que alguna vez he visto.
-          ¿Disculpa?- susurre, esperando una buena explicación.
-          Yo te la obsequie, pero la custodia es compartida, tu sabes… visitas los fines de semanas, paseos por el parque….
-          Jared, Stephanie es un gato – cuando le iba a decir que no era una niña, y que no tenía que “visitarla”, cambie de opinión – Ella no sabría disfrutar del parque. Disfrutaría más un poco de atún – le dije con una sonrisa tímida.
La sonrisa y la mirada de Jared pasaron de juguetonas a eufóricas, radiantes…
Esto me asustaba, pero no podía evitar sentir a este incordio tirando de la soga entre mis pulmones y mi estomago, y a la desubicada de mi conciencia que gritaba obscenidades propias de un camionero.
Pequeños pasos, se me ocurrieron como lo más idóneo para mí. Sabía que Jared iba a por todo, y si le demostraba algo un poco más osado, probablemente se apresuraría a actuar.
Pequeños pasos….

Cuando volvimos a mi casa había adquirido: una gata, 15 kilos de comida para gato que Jared había insistido en comprar (¿exagerado Collins?), 10 galones de leche (como si no tuviera en casa), y un carnet que me declaraba como madre de una gata, junto a Jared como su padre… ¿en serio? ¿Qué clase de veterinario dice “padres”?
Jared me ayudo a acomodar todo y vino hacía mí. Su cara demostraba… ¿miedo?
-          Sé que estoy insistiendo, y no me puedes culpar después de todo, pero… ¿Irías conmigo al baile está noche?
Ok, este era mi momento. Si aceptaba, no podría resistirme por mucho más tiempo. Si no lo hacía, bueno… sería una hipócrita conmigo misma.
-          No lo sé, debería buscar una niñera para Stephanie…- dije con tono de duda, y la cara de Jared fue un poema. Su barbilla casi tocaba el suelo, a lo que respondí con una carcajada - Pasa por mí a las 19… Y se puntual Collins- le dije entre carcajadas.
-          Por supuesto que sí- me dijo con una sonrisa como la de un niño que acaba de recibir dulces.
-          Bueno, entonces…- dije sin saber realmente que agregar…
-          Entonces te dejo, y vengo por ti a las 19- me informo – Cuida de ella Stephanie – le dijo a la gata dando le unos mimos en su barriguita.
-          No necesito que cuiden de mi – le indique, algo molesta- ¿sabes?- mejore un poco mi tomo a uno “más amable”
-          Lo sé- me dijo y se acerco a mí – pero no quiero correr riesgos – dijo, depositando un beso en mi frente de la manera más delicada en que me han tocado alguna vez.
Después de unos segundos Jared apoyo su frente contra la mía. Tenía sus ojos cerrados y su aliento fresco me llenaba como bocanadas de aire al que está a punto de ahogarse.
Lo que vino a continuación fue inesperado. No porque no esperara ningún contacto, sino porque no creí que sería de este tipo.
Jared me abrazo. Puso una mano en mi cintura y otra tomando mi nuca, y se aferro a mí como si fuera la última persona en el planeta. Sentí como su respiración se agitaba. Sentí como mi respiración se agitaba. Jared se alejo luego de unos largos minutos.

-          Te veo más tarde, Ania.- dijo. Y se marcho.

Capítulo 35: El mejor despertar (1)

Ania POV.
¿Qué demonios….?
Oh mi Dios. Asique, estoy con resaca, en un lugar que no es mi casa.
Un momento, es una cama, y es cómoda. Mi mano, no la siento…
Oh… Mi… Puta… Ma…
Jared, durmiendo… de mi mano.
WTF, ANIA!?
Bien, mi subconsciente siempre tan amable cuando tenía resaca. Para ser justos, me lo merecía. Pero, ¡Qué demonios! Jared, ese apuesto tipo que es mi jefe, estaba durmiendo en el suelo, y me sostenía la mano desde allí abajo.
No puedo negar que me enternece, pero…. ¿Cómo llegue aquí?
Miau…
Oh… así. Stephanie salta a la cama, y me dice “buenos días” restregándose sobre mi tronco.
Tónica, si… Gin Tónics… Muchos.
Que mala pinta tiene esto, no recuerdo qué paso después de… si! Hable sobre el idiota.
Diablos! ¿Realmente hable sobre él?
Esto no estaba bien. Decidí no hacer la caminata de la vergüenza enfrente de Jared, por lo que iba a tomar a Stephanie y lárgame de aquí.
Aunque, se iba a dificultar desde que mi mano estaba siendo apresada por la de Jared. Intente deshacer su agarre, pero el ¿gruño? Y tiro más de mi mano hacia su pecho, que debo mencionar estaba bastante abajo, en el suelo.
Tengo que admitir que ya no sabía cuánto tiempo iba a aguantar de esta manera. Todos, absolutamente todos me decían que debía darle una oportunidad a Jared, una oportunidad a mí, para volver a vivir. Pero ¿cómo hacerlo cuando Jared se parecía tanto en algunas actitudes al maldito?
-          ¿Me estas engañando, Ania? Sabía que no podía confiar en vos
-          No!! No entendes Tomy, el es…
-          No te justifiques, puta!
Todo se volvía borroso, Tomas atacando a Fran, yo no podía articular palabras, Fran no podía defenderse….
Stephanie me sacó de mi mundo de recuerdos horribles. Tire de mi mano una vez más y Jared volvió a llevar mi mano cerca de su pecho, murmuro algo inteligible y apretó más su agarre.
-          ¿Qué dices, guapo?- pregunte, no importaba decirle guapo si no me oía. Estaba bastante condicionada en cuanto a palabras con el despierto y cerca mío todo el tiempo. Pero a mí misma no me podía engañar, me gustaba  este idiota.
-          Quiero tenerte, y… tu… ayudarte a sanar….quiero…- su voz era ronca por el sueño. Pero entendí claramente las dos frases que dijo.
Mi pecho se sentía como si hubiese sido aplastado por una tonelada de sentimientos que habían desbordado la presa que tan minuciosamente había construido.
Mi estomago, bueno… calculo que los gin tonics  contribuyeron en algo, pero era como una cama elástica donde tres gigantes jugaban a ver quién saltaba más alto.
Sentí ganas de llorar, y mi boca se seco. Sólo sentía esa tristeza… ese gusto metálico en mi boca, sabía que no era sangre, o culpa. Era angustia.
Si me animaba a esto… Jared podía no ser como el idiota, pero era un hombre corriente detrás de su hermosura, y cualquier hombre puede morir de la noche a la mañana. Eso, yo no lo soportaría.
Tire de mi mano, pero no tuve en cuenta que del otro lado Jared volvería a tirar, y como estaba en el borde de la cama… Bueno, caí estrepitosa y poco elegantemente sobre un dormido Jared.


-          Qué!? Qué!? – Jared se despertó bruscamente, pero se cayó por completo cuando se dio cuenta de que había caído como un manatí muerto sobre el – Bueno… Buenos días? – me saludo el levantando las cejas.
-          Lo siento – piensa, piensa, piensa, tarada!! – debí haber rodado – bien…crisis evitada.
Me di vuelta hasta caer en el suelo a un lado de Jared, y atine a levantarme cuando el tomo mi muñeca antes de que pudiera siquiera sentarme.
-          ¿Estás bien? ¿Te lastimaste? – pregunto, realmente parecía preocupado. Por supuesto, podrías demandarlo… por… romperte una uña, y probablemente sacarías mucho dinero.
-          Estoy bien gracias. Eh… ¿tu baño?
-          Es esa puerta- me señalo tranquilo desde ¿era eso un saco para dormir? ¿había dormido en el suelo, apropósito? – ¿Te apetece un café negro?- pregunto mirándome tímidamente.
-          Linda forma de decir que tengo cara de zombie – bromee, mientras me dirigía al baño.
-          Te diría que te ves hermosa cuando despiertas, pero…- me di vuelta y lo mire cuando hizo una pausa - … bueno, posiblemente no me creerías y me insultarías – dijo, su expresión era la de un niño regañado.
-          Probablemente tienes razón…- dije abriendo la puerta del baño, y me di vuelta- pero no puedes culparme, ¿no? – dije con una sonrisa falsa señalando hacía mi cara y mi cabellos, los cuales apostaría, estaban hechos un desastre.

La verdad es que me dolió saber que Jared sabía que reaccionaria tal cual me dijo. Mi escudo exterior se estaba infiltrando dentro de mí tan progresivamente, que era difícil de notar cuando actuabas como perra de forma intencional, a cuando lo eras naturalmente.


Canción para escuchar mientras lees el capítulo, White Demons Love Song- The Killers

Capítulo 34: Stalkers

Sabes, yo odio a los acosadores- dice Ania, luego del quinto gin-tonic, - tuve uno una vez, y no término bonito — lo dice en tono reflexivo...
-         Yo no te acoso, la gente me cuenta cosas sobre ti- le contesto. No estoy mucho mejor que ella en realidad, sólo un poco menos ebrio — Y yo quiero conquistarte, lo sabes.
-         El problema, es que no necesitas conquistarme, me gustas, pero... en el caso en que lo necesitaras, esas cosas de stalker que haces, solo me alejan más — dice y le da un trago a la lata de tónica vacía agitándola hacia su boca.
-         No entiendo, me dijiste que te gustaban esas cosas.
-         Sí, pero no... - esta confusa, y contradictoria por el alcohol- Es decir, son cosas típicas, clichés, que suman puntos, pero en lo que a mí respecta, me recuerdan cuando el maldito me dejaba flores en casa todos los días, o pedía canciones en la radio y las dedicaba para mí — dirige sus ojos hacía los míos, y me dice — como te dije, no termino bien. Asique...- suspira — tu sabes.
-         No, no sé-digo- pero entiendo — y le doy seguridad con una sonrisa.
-         Gracias — me dice y se recuesta más en el sofá
-         ¿Irás conmigo al baile? — le pregunto pensando en que es mañana y tengo que asegurarme a mi compañera, y por supuesto, no pienso llevar a nadie que no sea Ania.
-         No lo sé. ¿Por qué debería ir contigo, Jared?
-         Porque mi obsequio de cumpleaños le pateo el trasero a cualquiera que hayas recibido antes.
Me mira pensativa. Entrecierra sus ojos, y su famosa arruguita se forma, allí... entre sus hermosos orbes color chocolate. ¿O es avellana?
-         En realidad, es el segundo mejor. Pero... se podría decir que sí — me dice arrastrando las palabras - Sí, es buena esta bola de pelos — me comenta levantando a Stephanie de su regazo y poniendo su nariz a la par del hocico de la gatita.
-         Me alegra saberlo — le digo, pensando en cuál habrá sido el primer mejor regalo...
Ania de un momento a otro, se durmió en mi sofá. Decidí que lo mejor era que la cargará hasta mi habitación y la dejará dormir lo que necesitaba.
Cuando me acerque a ella, a lo lejos pude sentir la esencia de la ginebra y la tónica salir de su boca, pero el aroma de su piel y su cabello, me distrajeron de inmediato.
Era como el momento anterior a la lluvia. Pero sobre un campo verde de frambuesas y menta. Similar a... a nada en realidad, Ania era única hasta en su perfume.
Tomarla en brazos resulto ser más difícil de lo que pensé, el contacto con su piel me hacía sentir como hormigas caminando por debajo de la ropa, y en vez de que "las mariposas" despertaran, mi estomago daba un vuelco que me recordaba a una montaña rusa, con su caída en picada que te deja en suspenso  sobre unos 600 metros, y tienes que averiguar qué viene a continuación. El tema es que, con Ania, uno no sabe que viene a continuación.
La deje en mi cama, y ella se encargo de abrazar la almohada, pero no soltaba mi mano, la apretaba muy fuerte. Me causo tanta ternura, que probablemente eso fue lo último que necesite para caer como un terrible estúpido ante los pies de la mujer, que a toda costa, intentaba esquivarme.
Así que decidí, que hoy dormiría de la mano de Ania.

martes, 14 de abril de 2015

Capítulo 33: Gatos y Ginebra

-         Feliz cumpleaños — le digo a Ania con una sonrisa que sobresale de los límites de mi rostro
-         Hoy no es mi cumpleaños- me dice con un gesto de incredulidad — y aunque sea preciosa no puedo aceptarla. Gracias — entrega la bola de pelos sin nombre en mis manos
-         Ya lo sé, pero fue este año y yo no te regale nada, debía remediarlo — le digo entregándole a la gata en sus manos- Y no puedes dejar a una gatita indefensa sin hogar- le digo poniendo la mejor cara de lástima que puedo.
-         No me conocías cuando fue mi cumpleaños, y además, no puedo conservarla — me entrega una vez más al animalito
-         No dirías lo mismo si supieras por lo que ha pasado esta pequeñita — le digo mientras acurruco a la gatita contra mi nariz- esta chica fue encontrada con 2 días de vida, a orillas del lago de Hyde's Park. Junto a su camada, su madre había sido atacada por perros... Ella es la única que se salvo de los siete hermanitos.
-         No puedes hacerlo, Jared.... Ese es un golpe bajo- me dice con su mirada de no-me-jodas. ¿Recuerdan esa arruguita que se forma en su frente cuando está molesta? ¿esa que tanto me gusta? Ahí está. Su ceño está completamente fruncido. Su boca es una línea- ¿Porqué?
-         Bueno, es una buena compañía, y prefiero los gatos- le confieso. Mi verdadera intención, además de la compañía claro, es que se encariñe con la gatita y cada vez que la vea, me recuerde. ¿Infantil? Por supuesto ¿Efectivo? Bueno, la mirada en los ojos de Ania, esa mezcla de empatía y tristeza, me dice que si.
-         Cuando era pequeña siempre le preguntaba a mi madre porque no me había nombrado con un nombre más normal. No me gustaba Ania. Yo quería llamarme Stephanie. Nómbrala así — me dice extendiendo las manos para recoger a la bola de pelos oscura que es Stephanie.
-         Ella está muy agradecida, Ania.
-         Bueno, dado que estoy húmeda por el rocío, me tome un taxi, atravesé todo el Central borough* y parte del West End, todo vestida en pijamas por tu "urgencia"- hace las comillas con los dedos sin soltar a Stephanie de su lugar- y ahora poseo una mascota de la noche a la... medianoche, creo...- dice y me mira con algo de rencor — podrías ser amable y ofrecer un café, ¿no lo crees, Jared?
-         Por su puesto, pero tengo algo mejor- le digo moviendo mis cejas para arriba- mira en el refrigerador.
Ania me ve de forma cautelosa, y lentamente, hace que sus pantuflas de patos se dirijan hacia el refri. Cuando lo abre  me dice:
-         Mmm... en este momento siento que he sido stalkeada.
Algo así, en realidad, July me comento por su afición a la tónica. Y después de comprar a Stephanie compre una provisión en la licorería que quedaba al lado de la tienda de mascotas.
-         Quizás un poco... Tengo Ginebra.... Por si gustas- ofrezco.
-         Mmm... Podría ser.
Nunca supe que ofrecer un simple trago, terminaría en lo que termino.

viernes, 10 de abril de 2015

Capítulo 32: Stephanie

Cuando salí de la oficina me di cuenta de que Ania no había contestado a mi invitación.
Decidí que no forzaría nada. Ella tenía que ir de todas formas a la fiesta. Me dirigí a mi oficina y continúe escribiendo. Ya casi estaba a la mitad de una historia y podía hacer una antología de poemas completamente rosas.
Quién me viera escribir podría compararme con Cohelo. Bien, yo no era de ese estilo, pero ¿qué puedo decir? El amor nos hace bobos.
Cuando menos lo note, la noche ya había descendido y envolvía a la ciudad. Mi oficina tenía una vista genial, inspirante. Y fue cuando note que  los rascacielos vecinos estaban desiertos, que me percate de la hora. Eran casi las nueve, y yo me había quedado haciendo horas extras… como si tuviera jefe… pensé.
Me levante de mi escritorio, el cuál por cierto no había cambiado en todo este tiempo. Tenía que hacer algo al respecto. Junte mis cosas y me dirigí al garaje.
Estaba de camino a casa, cuando lo vi. Una tienda de mascotas open 24.  Mil fuegos artificiales hicieron implosión en mi cabeza, y me aplaudí a mí mismo.
Steacy me había rogado por años por un perrito, a lo que yo siempre me negué, por dos motivos, en primer lugar no me gustaban muchos los perros, siempre te miran con esa carita que dice “humano, aliméntame y te prometo lealtad eterna” pero claro, ven una pelota y son todo “debo comer a esa bola del demonio”  realmente no los entiendo.
El otro motivo era que nunca pude conservar nada vivo por más de dos semanas. Cuando tenía 7 años mi padrastro me obsequió un hámster por mi cumpleaños. Me gustaba jugar en el jardín con él. Eso fue claro, hasta que un día me llamaron a almorzar y yo olvide devolver a Mr. Lewis adentro.
¿Saben que sucede cuando dejas a un hámster por 6 horas al sol? Si no lo saben, mejor no lo averigüen…
En fin, nunca había sido bueno cuidando de algo más que de Stacy, pero eso iba a cambiar hoy.
Cuando llegue a casa con mi nueva amiga, nos sentamos en el sofá y  deje que se relaje. El viaje en  auto puede estresar mucho a los animales.
Estaba contemplando la idea de ir a dormir temprano (yupi!) cuando los ojos de mi nueva compañera de cuarto hicieron contacto con los míos. Ella era astuta, se podía notar. Y esa astucia me recordó a Ania.
Entonces tome mi celular y teclee:
Necesito ayuda urgente con algo en mi casa.
 Tiene que ser una mujer
¿Puedes venir? J
Ok, sé que es realmente desconsiderado hacerla venir hasta aquí a esta hora, pero uno nunca debe perder las esperanzas. Necesitaba pasar más tiempo con Ania.
Además, otro aspecto que no había tenido en cuenta empezaba a tomar mayor protagonismo era mi falta de… acción. Cuando yo me declare ante Ania no esperaba que… bueno, follarla ahí mismo, no…porque ella es diferente. Eso hubiese sido con cualquier otra hace unos años.
La cosa es que hace un par de años que ya no follaba por follar porque, créeme, lo hice por mucho tiempo. Y que incluso si hubiese conocido a Ania antes, yo creo que hubiese sido diferente de igual manera. Yo no solo la deseaba, por Dios cómo la deseaba! Si no que también estaba enamorado de ella. Sus curvas y su inteligencia eran un agregado exquisito, pero no eran ni la mitad del combo.
Ella era compasiva, perspicaz, astuta, y sobre todo, era ella.
¿Se quema tu casa o algo por estilo? A
Decía su mensaje. A lo que conteste.
Por favor, no te lo pediría si no fuera importante. No sé qué diablos hacer y estoy seguro que tu lo sabrás.
Adulación. En su más puro y sólido estado. Si necesitaba de ella, lo aceptaría y me tragaría el orgullo.
OK, estaré allí en 10 minutos, pero luego no te quejes si ostento sobre mi conocimiento en… ¿cosas? En serio ¿de qué se trata, Jared?
Una cosa sobre vivir en una gran ciudad rodeado de gente de alta sociedad, es la ostentación. Quien tiene más es mejor. Y quien es mejor, siempre puede serlo más. Es así y no hay quien lo discuta. Excepto Ania, por supuesto. Ella no sabe qué diablos es ostentar. Ella va a trabajar de jeans y convers. No se maquilla en exceso y apenas si luce una linda cazadora de cuero como máximo lujo.
Agregando ese pequeño aspecto, Ania no era ni un céntimo parecida a cualquier mujer que yo haya conocido antes.
Además, algo muy importante para mí. Es que ella exige ser tratada de igual a igual, no acepta la mierda de nadie. Y eso es lo que la mayoría de las chicas hacen, aunque no se den cuenta, claro.
Esa era una de las razones por las cuales no me había molestado esperar, pero mientras divagaba sobre las razones sobre porque no había concretado nada con Ania, mi frustración sexual llegaba a niveles insospechados.
Está bien, hace…demasiado como para decirlo, que no estoy con una chica. Pero antes no había sentido esta… efervescencia adolescente cada noche antes de acostarme, y por supuesto, más que presente todas las mañanas.
Había tenido que recurrir a los viejos métodos…. Y eso no me enorgullecía. Pero estaba fuera de discusión buscar una aventura de una noche. Mi regreso sería épico, y sería con Ania.
Un poco de ego, testosterona y adrenalina subieron a mi cabeza, después de todo… yo era un hombre, tenía 28 y era apuesto. Debía trabajar sobre mi autoestima.
El timbre sonó y yo me levante a atender. Lo que había ante mi puerta me dio más ternura que la bola de pelos que dormía en el sofá.
Ania estaba en un espantoso pantalón de chándal gris unos tres talles más grandes de lo que necesitaba. Una sudadera color óxido de Cambridge y unas pantuflas de patos acompañaban el atuendo. Ella estaba agitada, con sus mejillas sonrosadas y su pelo revuelto.
-          ¿De qué diablos te ries? – espeto y luego miro hacía sus pies.
El color rojo la inundo y se qué eran esos momentos en los que dices “Tierra, trágame”.

-          Oh…Dios, olvide cambiarme- me dice con los ojos muy abiertos.
-          ¿Cosas que pasan?- sugiero y le hago un gesto para que entre a mi casa
-          Gracias ¿qué es eso tan urgente?- me pregunta una vez más en su rol de “yo-lo-sé-todo”
-          Bueno… porque no lo ves por ti misma – digo y señalo mi sofá.
-          Owwwwww es preciosa!!!- dice, con la voz más aniñada que alguna vez le he escuchado, desbordando ternura se dirige al sofá y agarra la bola de pelos completamente negra - ¿de dónde la sacaste?- me pregunta sin darme la menor mirada, su atención está en el paquete peludo de sus manos.
-          La compre- le contesto.
-          ¿y cuál es el problema imposible de resolver?
-          No tiene nombre, y pensé que te gustaría bautizar a tu nueva gatita.
-          ¿Qué?

Jared y Ania

Jared y Ania