Cuando salí vencida del tocador, mi pelo era un desastre,
Jared estaba en la cocina. Estaba haciendo café, y buscaba algo en la alacena.
Todo el mundo dice
que la conciencia es esa voz interna que te dice lo que está bien y lo que está
mal. La mía en cambio, es como una entidad de la ironía que se ha propuesto
torturarme.
Habla en los momentos menos oportunos, y la perra, es
graciosa.
Mientras Jared se ponía de puntitas de pie para alcanzar una
caja de cereales en el estante de arriba su camiseta se levanto, revelando dos
huequitos tan sexy por arriba de sus nalgas que…
Dios si tu no vas ahí, iré yo…!
Esa, señores y señoras, era mi conciencia. En mi mente la
imaginaba un poco perra como Natasha, atrevida como Amy y arrebatada con July.
No me juzguen, son las cosas que admiro de ellas. Incluso lo perra… un poco.
Jared se bajo sobre sus pies descalzos y se giro, cuando me vio
me regalo una sonrisa de esas que….
Bajan bragas!
Si bueno, yo iba a decir que “enamoran”, pero doña C tenía
razón, también estaba teniendo injerencia en el departamento de abajo. Ok, no
voy a mentir, por supuesto no soy virgen, pero…
…pero ha pasado tanto tiempo que ya nos
“revirginizamos”
No iba a agregar nada a eso. El punto es que, de vez en
cuando, yo sola no podía conmigo misma. No quiero entrar en detalles.
Vamos a morir de deseo sexual por este
buenazo sino haces algo!!!
Me grito mi conciencia.
Bien, ella no era la única invitada en la conversación.
También estaba este participante mudo y anónimo. Cada vez que Jared me miraba,
me sonreía, me hablaba, o incluso, estuviese presente, este participante
empezaba a tirar de una cuerda invisible entre mis pulmones y mi estomago que
hacía un efecto “paro-respiratorio vs. Vómito inminente”.
Era mudo, claro, pero sabía cómo hacerse escuchar. Si estas
eran las “mariposas en la panza” de las que mi mamá alguna vez hablo, supongo
que lo hizo como cuando hablo sobre la existencia de Santa…
Bastante diferente, Ma…
-
Bien
tenemos café negro, cereales, jugo y seguramente queda una manzana en el refri
– me dijo con una sonrisa en su cara- ¿te duele la cabeza? Puedo conseguir un
analgésico.
-
Gracias
- respondí tímidamente- ya no tengo
resaca, el agua la saco del sistema – le informo. Bueno, ese era algo así como
un don. Mis resacas más fuertes se iban con un baño y algunos mimos.
-
Debo
decir que te envidio – me confesó – y… ¿dónde está la pequeña bola de pelos?
-
Oh…
estaba en la habitación… - le informo
-
La
voy a buscar – me dice y va a la habitación silbando.
Jared vuelve con Stephanie en sus manos y la deposita en el
sofá. Desayunamos y compartimos el periódico. Charlamos sobre las novedades en
el mundo. Un silencio cómodo se instala entre nosotros, y nuestras
respiraciones se sienten acompasadas.
A pesar de que estamos con la barra del desayuno entre
nosotros, la cercanía es desgarradora, cuando no quieres acercarte.
-
¿Por
qué dormiste en un saco de acampar?, y en el suelo – le pregunto a Jared,
cortando la comodidad
-
Porque
te habías aferrado a mi mano, y parecía que de eso dependía tu vida. – hace una
pausa – no quise soltarla en realidad, y dormir en la misma cama que tu era una
oferta tentadora, pero me temo que… quizás era demasiado tentadora – me dice
levantando una ceja, con una sonrisa nostálgica.
Dios… quiero esto todos los días cuando despierte. Quiero
una persona que me haga el desayuno, alguien que me de la mano de noche, que
sacrifique su comodidad para ser un caballero… A la mierda el feminismo, los caballeros pueden enamorar…
El participante silencioso hace uso de su poder “Paro
respiratorio vs. Vómito espontáneo” y me da a entender algo… No sé muy bien
que…
¡Follar!
¡Follar!
¡Follatelo!
Mi conciencia me aclara cualquier duda.
Pero es el tercer personaje en mi cabeza, que es parte de
mí, pero no de la manera en que lo son silencioso
y conciencia depravada. Este es más bien un recuerdo.
Un parte que se fue pero que nunca morirá. Alguien que está
conmigo todos los días de mi vida desde los 6 años. Pero que hace unos 5 está
presente de otra manera.
Andy.
Sé feliz, consigue alguien que te ame
como yo lo hago, alguien que se merezca una mujer como tú.
Si no quieres un compañero, sólo
disfruta de la vida, se FELIZ. Hazlo, no me defraudes.
Sus palabras siempre estaban presentes. Yo era feliz. Y no,
no necesitaba un “compañero”, obvio hasta que conocí a Jared y mis convicciones
dieron por tierra.
¿Por qué….? Bueno, Jared era todo lo que una mujer quería:
hermoso, exitoso, millonario… Pero eso era lo que cualquier mujer querría, el
además tenía lo que yo quería. Era inteligente, sabía que la vida no era
perfecta, había atravesado por mucho, era detallista…
Stephanie salto a mi regazo y se acurruco. Parecía que
minutos habían pasado desde que le pregunte eso a Jared.
-
Debería
irme, llamaré a Lucás – informe.
-
No,
deja… Yo las llevo – me dijo Jared mirándome con sus cristalinos ojos azules
que hacían que me perdiera- Además, tenemos que pasar por un lugar antes.
Resulto ser que ese lugar era la tienda para mascotas y la
veterinaria. Jared hizo que me bajara a comprar con la ropa de pijama. Si…lo
hizo.
Hablamos con el veterinario quién hizo un carnet de
identidad para Stephanie. Cuando pregunto por el nombre de los “padres” de la
gatita Jared se me adelanto y me dejo estupefacta.
-
Hija
de Jared Collins y Ania Grezco – le soltó al veterinario con la mejor y más
estúpida sonrisa que alguna vez he visto.
-
¿Disculpa?-
susurre, esperando una buena explicación.
-
Yo
te la obsequie, pero la custodia es compartida, tu sabes… visitas los fines de
semanas, paseos por el parque….
-
Jared,
Stephanie es un gato – cuando le iba a decir que no era una niña, y que no
tenía que “visitarla”, cambie de opinión – Ella no sabría disfrutar del parque.
Disfrutaría más un poco de atún – le dije con una sonrisa tímida.
La sonrisa y la mirada de Jared pasaron de juguetonas a
eufóricas, radiantes…
Esto me asustaba, pero no podía evitar sentir a este
incordio tirando de la soga entre mis pulmones y mi estomago, y a la desubicada
de mi conciencia que gritaba obscenidades propias de un camionero.
Pequeños pasos, se me ocurrieron como lo más idóneo para mí.
Sabía que Jared iba a por todo, y si le demostraba algo un poco más osado,
probablemente se apresuraría a actuar.
Pequeños pasos….
Cuando volvimos a mi casa había adquirido: una gata, 15
kilos de comida para gato que Jared había insistido en comprar (¿exagerado
Collins?), 10 galones de leche (como si no tuviera en casa), y un carnet que me
declaraba como madre de una gata, junto a Jared como su padre… ¿en serio? ¿Qué
clase de veterinario dice “padres”?
Jared me ayudo a acomodar todo y vino hacía mí. Su cara
demostraba… ¿miedo?
-
Sé
que estoy insistiendo, y no me puedes culpar después de todo, pero… ¿Irías
conmigo al baile está noche?
Ok, este era mi momento. Si aceptaba, no podría resistirme
por mucho más tiempo. Si no lo hacía, bueno… sería una hipócrita conmigo misma.
-
No
lo sé, debería buscar una niñera para Stephanie…- dije con tono de duda, y la
cara de Jared fue un poema. Su barbilla casi tocaba el suelo, a lo que respondí
con una carcajada - Pasa por mí a las 19… Y se puntual Collins- le dije entre
carcajadas.
-
Por
supuesto que sí- me dijo con una sonrisa como la de un niño que acaba de
recibir dulces.
-
Bueno,
entonces…- dije sin saber realmente que agregar…
-
Entonces
te dejo, y vengo por ti a las 19- me informo – Cuida de ella Stephanie – le
dijo a la gata dando le unos mimos en su barriguita.
-
No
necesito que cuiden de mi – le indique, algo molesta- ¿sabes?- mejore un poco
mi tomo a uno “más amable”
-
Lo
sé- me dijo y se acerco a mí – pero no quiero correr riesgos – dijo,
depositando un beso en mi frente de la manera más delicada en que me han tocado
alguna vez.
Después de unos segundos Jared apoyo su frente contra la
mía. Tenía sus ojos cerrados y su aliento fresco me llenaba como bocanadas de
aire al que está a punto de ahogarse.
Lo que vino a continuación fue inesperado. No porque no
esperara ningún contacto, sino porque no creí que sería de este tipo.
Jared me abrazo. Puso una mano en mi cintura y otra tomando
mi nuca, y se aferro a mí como si fuera la última persona en el planeta. Sentí
como su respiración se agitaba. Sentí como mi respiración se agitaba. Jared se
alejo luego de unos largos minutos.
-
Te
veo más tarde, Ania.- dijo. Y se marcho.