miércoles, 15 de abril de 2015

Capítulo 34: Stalkers

Sabes, yo odio a los acosadores- dice Ania, luego del quinto gin-tonic, - tuve uno una vez, y no término bonito — lo dice en tono reflexivo...
-         Yo no te acoso, la gente me cuenta cosas sobre ti- le contesto. No estoy mucho mejor que ella en realidad, sólo un poco menos ebrio — Y yo quiero conquistarte, lo sabes.
-         El problema, es que no necesitas conquistarme, me gustas, pero... en el caso en que lo necesitaras, esas cosas de stalker que haces, solo me alejan más — dice y le da un trago a la lata de tónica vacía agitándola hacia su boca.
-         No entiendo, me dijiste que te gustaban esas cosas.
-         Sí, pero no... - esta confusa, y contradictoria por el alcohol- Es decir, son cosas típicas, clichés, que suman puntos, pero en lo que a mí respecta, me recuerdan cuando el maldito me dejaba flores en casa todos los días, o pedía canciones en la radio y las dedicaba para mí — dirige sus ojos hacía los míos, y me dice — como te dije, no termino bien. Asique...- suspira — tu sabes.
-         No, no sé-digo- pero entiendo — y le doy seguridad con una sonrisa.
-         Gracias — me dice y se recuesta más en el sofá
-         ¿Irás conmigo al baile? — le pregunto pensando en que es mañana y tengo que asegurarme a mi compañera, y por supuesto, no pienso llevar a nadie que no sea Ania.
-         No lo sé. ¿Por qué debería ir contigo, Jared?
-         Porque mi obsequio de cumpleaños le pateo el trasero a cualquiera que hayas recibido antes.
Me mira pensativa. Entrecierra sus ojos, y su famosa arruguita se forma, allí... entre sus hermosos orbes color chocolate. ¿O es avellana?
-         En realidad, es el segundo mejor. Pero... se podría decir que sí — me dice arrastrando las palabras - Sí, es buena esta bola de pelos — me comenta levantando a Stephanie de su regazo y poniendo su nariz a la par del hocico de la gatita.
-         Me alegra saberlo — le digo, pensando en cuál habrá sido el primer mejor regalo...
Ania de un momento a otro, se durmió en mi sofá. Decidí que lo mejor era que la cargará hasta mi habitación y la dejará dormir lo que necesitaba.
Cuando me acerque a ella, a lo lejos pude sentir la esencia de la ginebra y la tónica salir de su boca, pero el aroma de su piel y su cabello, me distrajeron de inmediato.
Era como el momento anterior a la lluvia. Pero sobre un campo verde de frambuesas y menta. Similar a... a nada en realidad, Ania era única hasta en su perfume.
Tomarla en brazos resulto ser más difícil de lo que pensé, el contacto con su piel me hacía sentir como hormigas caminando por debajo de la ropa, y en vez de que "las mariposas" despertaran, mi estomago daba un vuelco que me recordaba a una montaña rusa, con su caída en picada que te deja en suspenso  sobre unos 600 metros, y tienes que averiguar qué viene a continuación. El tema es que, con Ania, uno no sabe que viene a continuación.
La deje en mi cama, y ella se encargo de abrazar la almohada, pero no soltaba mi mano, la apretaba muy fuerte. Me causo tanta ternura, que probablemente eso fue lo último que necesite para caer como un terrible estúpido ante los pies de la mujer, que a toda costa, intentaba esquivarme.
Así que decidí, que hoy dormiría de la mano de Ania.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Jared y Ania

Jared y Ania